Un gestor y su secretaria fallecen por intoxicación de gas desnudos en el baño
Silvia, la secretaria de 18 años, yacía en la bañera con el mango de la ducha aún chorreando; Manuel, su jefe, de 55 años, entre la bañera y la pila. Ambos desnudos, ambos cadáveres, según la policía. Los descubrieron la esposa de Manuel y el padre de Silvia. Fue en la mañana de ayer en un pequeño despacho de administración de fincas del barrio de Quintana (Madrid). La causa de la muerte, a falta de la autopsia, se atribuyó a la inhalación de monóxido de carbono. Una muerte dulce causada por la mala combustión de un calentador situado en el cuarto de baño.
,Manuel y Silvia entraron a trabajar la víspera. Al no llegar a casa por la noche, sus familiares se alarmaron. En la manaña de ayer, pasadas las ocho, acudieron la esposa del jefe y el padre de la secretaria a la gestoría, según fuentes cercanas a la investigación.Al abrir la puerta del baño descubrieron, como en una escena interrumpida, los cadáveres. No presentaban signos de violencia. La mujer avisó a la policía.
A las 8.50 llegaron la ambulancia del Samur, los bomberos y los agentes. Silvia y Manuel seguían en ese pequeño cuarto de baño. Los bomberos orearon el local, situado en un primer piso.
El cuerpo de la chica yacía en la bañera. En su mano sostenía aún el mango de la ducha. Chorreaba. El agua no llegó a desbordarse, siempre según la descripción facilitada por las citadas fuentes, por estar la bañera sin taponar. A poca distancia se encontraba tendido su jefe, un administrador de fincas. Los médicos del Samur extendieron el parte de defunción.
Los cadáveres fueron trasladados por orden del juez de guardia al Instituto Anatómico
Forense, donde hoy se practicará. la autopsia. La posibilidad de un suicidio se configura como altamente improbable, dada la situación en que se descubrieron los cadáveres.
La presencia de un calefactor encendido y en mal estado en el cuarto de baño refuerza la tesis de la intoxicación por morióxido de carbono. Una bombona de gas butano alimentaba la instalación.
Instalación prohibida
La falta de ventilación y el vapor liberado por el agua caliente provocan mala combustión al reducir el oxígeno. De hecho, según un experto de Repsol Butano, estas instalaciones están prohibidas. La muerte les alcanzaría presumiblemente tras un desvanecimiento, pasadas las seis de la tarde.
Tras el levantamiento de los cadáveres, el piso permaneció cerrado. Su interior mostraba un aspecto funcional. En el despacho trabajaban, según los vecinos, sólo los fallecidos. La anterior secretaria se había marchado del despacho el año pasado, al contraer matrimonio.
En el barrio conocían a la nueva empleada como la hija de don Manuel. "Así la presentaba él", comentó un vecino. En algunas ocasiones tomaban café juntos o iban a hacer compras. Pocos ignoraban la afición de "don Manuel" al Real Madrid.
La gestoría que regentaba por las tardes fue abierta hace más de cinco años.
Cuchicheos ante la puerta
Manuel, caracterizado como un hombre muy formal, llegó a encargarse de los papeles del inmueble en el que está ubicada la administración de fincas. Ayer, muchos vecinos de barrio se arremolinaban ante la puerta. Algunos cuchicheaban en voz baja. Este periódico trató sin éxito de recabar la versión de la esposa y del padre.
Con el fallecimiento de Manuel y Silvia, ascienden a cinco las víctimas mortales por inhalación de gas, registradas desde el inicio del año.
La llegada del frío invernal dispara el consumo de calefactores. Este aumento pone a prueba las instalaciones, pon el consiguiente incremento de los accidentes. Ayer mismo, un hombre sufrió heridas al explotar una bombona de butano en un bar de la calle del Príncipe de Vergara.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.