Ultimos coletazos del surrealismo
André Masson (1896-1987) fue uno de los grandes artistas surrealistas que participaron en el movimiento desde sus orígenes. En realidad a André Masson se debe la puesta en práctica de algunas de las técnicas más características del surrealismo, como la escritura automática que practicaba ya en 1923 y que hará evolucionar hacia un automatismo absoluto con lo que él denominaba los "dibujos relámpagos", esos dibujos y garabatos en los que, parafraseando a Gertude Stein, "la línea se vuelve errante".La obra pictórica de André Masson extenderá y, en cierta medida, sobrepasará los límites a los que André Breton quería constreñir el surrealismo. Gran conocedor de los mitos, en su obra siempre se puede apreciar una tensión producida entre dos polos: la sexualidad y la muerte, predominando en su iconografía las, imágenes violentas y la presencia de la sangre.
André Masson
Obra gráfica. Galería Estiarte. Almagro, 44. Madrid. Hasta el 6 de febrero.
Se trata de obras que destilan una energía apasionada que representa de forma, a veces satírica, las oscuras fuerzas del universo. Estos rasgos conducen a la creación de una obra inquieta y patética que se apoya en el erotismo como recurso argumental. Las obras que ahora podemos contemplar en una galería de Madrid se reducen a una colección de grabados formados por 25 litografías y 2.2 aguafuertes.
A pesar de que estas técnicas gráficas suelen ser calificadas de obra menor cuando el artisa es pintor, no sucede así en la producción de André Masson que fue, además, un consumado grabador, conocedor en profundidad de todos los procedimientos de estampación como lo demostró con la ilustración de novelas del marqués de Sade, de narraciones de Georges Bataille y de los poemas de Rimbaud.
Lo impresionante de sus grabados está en comprobar que estas depuradas técnicas que requieren ciertas servidumbres, sobre todo los aguafuertes, no coartan su libertad temática ni su automatismo expresivo, por el contrario, las extraordinarias dotes dibujísticas de Masson se evidencian mejor en su obra grabada que en su pintura.
Diversidad
A pesar de que estos grabados que forman la exposición madrileña pertenecen a épocas tardías, entre 1949 y 1984, alejadas de los momentos más interesantes de su producción, una vez periclitado el surrealismo tras la II Guerra Mundial, se aprecian en ellos todos esos rasgos que han caracterizado su trabajo, tales como la abundancia, diversidad y generosidad tanto en los temas como en los procedimientos expresivos empleados.En estas obras podemos contemplar desde sueños cósmicos y paisajes abstractos, sin referencia a tiempos ni espacios, hasta retratos aparentemente concretos que nos remiten a la idea de aquellos otros retratos imaginarios que realizó de personajes que no pudo conocer, como Isabel d' Este o Goethe.
Babelia
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