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Ramoncín, el 'busquero'

Si a usted le citan en el nido deberá saber que donde le esperan es en el andén de la estación dé Atocha del que sale el AVE. Para vivir en la gatera, quiero decir en el foro, hay que tener al menos una idea del idioma, jerga, jerigonza o germanía que se chamulla en el ambiente, rollo o ajo de la capital. De lo contrario, el habitante o el visitante de Madrid que no hable más que el idioma de los castumbas o castellanos necesitará, si su interlocutor madrilati no se aviene a serlo, un traductor simultáneo.Acaba de salir, y hay que celebrarlo, El tocho chelí, diccionario de esta parla firmado por uno de los más señalados busqueros o chamullatis de la Villa y Corte y de toda España, el gran Ramoncín. Tiene José Ramón Julio Martínez Márquez todos los títulos para haber compuesto este naquelario. Es cantautor de vasta producción, articulista, escritor, actor de cine y director-presentador de programas de éxito en televisión. Y un título más que le permite ser más de Madrid que el más pintado: el hecho de haber nacido en un taxi al pasar, el 25 de noviembre de 1955, por la Puerta de Alcalá.

Se define Ramoncín como busquero, pues busquero, en su primera acepción según el diccionario, significa persona entendida en jergas, investigador del chamulle. El lenguaje cheli está compuesto de palabras y expresiones de muy variadas procedencias. Hay voces que suenan a caló gitano, como camelar por querer; otras que resultan de españolizar palabras inglesas, particularmente abundantes en el mundo de la droga, como over, sobredosis. Lo sorprendente es encontrar en el diccionario acepciones antiguas perfectamente castellanas. Por ejemplo, Ramoncín asegura haber leído en Quevedo expresiones relativas al sexo que hoy se usan en cheli. Y finalmente asombra comprobar la capacidad de invención, de creación de nuevo lenguaje, que viene a enriquecer el español que hoy se habla.

He aquí unas muestras del buen trabajo que ha hecho Ramoncín poniendo el oído al chamulle moderno y estudiando a los escritores antiguos: la duda es solisombra; el cementerio es la gusanera; el cura es el corona y el obispo el recura; el futbolista, el calzonga; un avión es un palco; a un pesimista se le llama agonías; matusa es un anciano; la buena es la esposa legítima; el delco es el estómago, y al abogado defensor se le llama el amparo. El forata es el forastero, el camata es el camarero, y al cerebro, y por extensión al intelectual, se le llama el carburata. ¡Ah!... Y en este rollo, si habla usted del Real Madrid, diga Madripi.

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