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Entrevista:

"Hay gente que en vez de apoyar quiere apoyarse en González"

Luis R. Aizpeolea

L. R. A. José Bono convocó recientemente a un importante núcleo de notables del PSOE en Toledo y les echó un discurso con reproches al Gobierno en el que no faltó una frase que causó sensación, como "a veces, los socialistas hemos escuchado antes a quienes tenían banco, sindicato o periódico que a quienes no lo tienen".

Pregunta. ¿Está usted distanciado del Gobierno y de Felipe González?

Respuesta. En absoluto. Quizás no se me entendió, pero me ratifico en lo que dije y no por autocomplacencia sino porque hay muchos ciudadanos que nos animan a decir lo que ellos quieren decir. En los momentos que vivimos me parece más imprudente callarse. Hay mucha gente que dice que apoya a Felipe González, pero lo único que hace con su silencio es apoyarse en Felipe González. Yo aspiro sincera y honestamente a ayudar a González y ser útil a los electores.

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P. En su intervención dejó implícito que el cambio sobre el cambio iba a un ritmo lento al reprochar, por ejemplo, que parlamentarios y altos cargos puedan tener retribuciones privadas cuando se pide austeridad a una sociedad sacudida por la crisis económica.

R. Hay medidas, como ésta que usted cita, que no deberíamos retrasarlas. Son medidas razonables y que no cuestan dinero. Un diputado debe dedicar todo su tiempo a la representación ciudadana. La incompatibilidad que defiendo es con las actividades privadas retribuidas. El que crea que no puede vivir con el sueldo de parlamentario que busque mejor oficio ya que la ley dice literalmente que los diputados y senadores deben dedicarse de forma absoluta. También me parecería una buena disposición para legitimar las medidas de austeridad eliminar el redondeo de sueldos de directivos y funcionarios con asistencia a consejos de administración de empresas públicas.

P. ¿Propone algunas otras medidas en esta dirección?

R. En España no hay una corrupción generalizada, pero deberíamos ensayar medidas y normas para expulsar a los corruptos, a los que practican la opacidad, y a los que rayan los comportamientos penalmente censurables. Hacen falta normas para facilitar esa expulsión. Los bienes, rentas e intereses de los políticos deben ser públicos. Pero no sólo porque consten en un registro. Quizás deban aparecer en el BOE. Se evitarían calumnias y maledicencias. En Castilla-La Mancha lo vamos a hacer.

P. González hizo algún reproche a su intervención en Toledo, ¿cómo lo tomó usted?

R. He recibido sus palabras con agrado. Me había fijado en los elementos críticos más que en los logros. Lleva toda la razón. Hice un discurso pensando en el futuro más que en el pasado. Me alegro que no esté en contra de lo que dije y su comentario quizás era necesario porque alguien podría sacar frases de su contexto.

P. También se ha interpretado que su intervención en Toledo tenía como pretensión colocarse en la línea de salida para la sucesión de Felipe González.

R. No pienso callarme porque alguien me acuse con falsedad de que me postulo para suceder a Felipe. Ése es un cuento viejo que a mí no me asusta y conozco su procedencia. Algunos con sus mentiras desean tapar la boca y no lo van a conseguir en mi caso. Me parece muy mal que se especule cada dos por tres con la sucesión, el cansancio o la retirada del presidente del Gobierno. Aconsejo que dejen de hacerlo porque 11 años en la presidencia del Gobierno ya son bastante período como para demostrar que, aunque pudiera estar cansado. no se va. A Felipe González no lo retiran más que los electores, que son los únicos que pueden hacerlo.

P. Entonces, a su juicio, no va a haber sucesión de González.

R. No se van a producir las previsiones sucesorias. Otra cosa es que haya gente con deseos legítimos de sustituirlo, pero es tal su fuerza que si alguien tiene este deseo no lo manifiesta claramente. Pienso que no deberíamos prescindir de él porque llevar adelante el cambio sobre el cambio es más fácil con Felipe que sin él. Yo dejaría de especular porque Felipe va a enterrar a sus sucesores. Se ha sacado poca punta a la frase de que su sucesor estaba estudiando COU. Si hubiese que apostar por un sucesor, yo apostaría por una persona muy joven.

P. Dijo usted también en Toledo que en la dirección del PSOE no caben todos. Entonces, ¿quiénes sobran?

R. Dije que la renovación no sólo debe afectar al programa sino también a las personas. La próxima ejecutiva tiene que ser un instrumento para ganar el futuro y no puede ser un destino para pagar servicios prestados en el pasado. Para eso están las condecoraciones, las medallas y los homenajes. Cuando llega la hora de cada uno, deberíamos hacer mutis por el foro aún cuando siempre existe la tentación de buscar apoyos de carácter personal y ruidoso para decir: ¡Soy imprescindible!. Lo peor de los relevos en los órganos de dirección es que el último en darse cuenta de la conveniencia es el interesado. Por eso tiene que haber normas serias que de manera no disparatada entren en juego cuando no somos razonables y generosos a nivel individual.

P. ¿Debe haber un número dos en el PSOE?

R. Los escalafones solamente deben existir en los ejércitos y no estoy muy seguro.

P. ¿Y cuál debe ser el papel de González y de Guerra?

R. Creo que, sin duda alguna, hay unanimidad sobre Felipe, y sobre Guerra no la hay.

P. ¿Ve a Corcuera como secretario de organización del PSOE?

R. No tengo noticia de que exista esa postulación.

P. Ha dicho que está dispuesto a quemarse como una tea.

R. No creo que sea cuestión de fuego.

P. El último comité federal del PSOE dio el visto bueno de forma prácticamente unánime a la ponencia-marco. ¿No estamos ante una clara lucha por el poder?

R. Estamos ante el congreso del futuro. El próximo congreso va a marcar un punto de inflexión en la cultura partidaria: Se se va a decir adiós a las unanimidades. Hace tiempo que. en el PSOE se superó la cultura del tabernáculo. No podemos mantener la idea de que es más coherente quien menos ha cambiado. Con discursos fundamentalistas no se gana ni prestigio intelectual ni elecciones. Nuestro partido no puede instalarse en el enfrentamiento y el odio social.

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