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Las huellas del literato

La casa de Lope de Vega (Cervantes, 11) es uno de los escasos vestigios del Madrid del siglo XVII que el fénix de los ingenios conoció. Era el centro del barrio de los Literatos, así llamado en honor a los escritores que en él residieron. Sendas placas recuerdan que Cervantes vivió en el número 2 de la calle que lleva su nombre, y Quevedo, en el 9 de la suya. Ninguna, sin embargo, explica que Góngora fue, ya de viejo, expulsado de un pisito arrendado por su nuevo propietario y enemigo acérrimo: Quevedo.En la calle de Lope de Vega, 18, se alza el convento de las Trinitarias, en cuya capilla oficiaba misa el dramaturgo. En la calle de Atocha está la iglesia de San Sebastián, en la que Lope fue inhumado, con gran boato, el 27 de agosto de 1635. Sus restos fueron exhumados en un momento impreciso y arrojados a una fosa común.

Más información
El último libro de Lope
Una casa de 9.000 reales

También quedan huellas de Lope en el palacio de Santa Cruz, antigua cárcel de corte, en una de cuyas celdas fue encerrado por un delito de difamación contra la familia de su amante, Elena Osorio.

En la plaza de San Miguel, en tomo a la puerta de Guadalajara que allí se alzaba, se asentaban los artesanos que dieron nombre a las calles aledañas. El padre de Lope era bordador, y en este barrio transcurrió la infancia del escritor.

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