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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Osar la suerte

CONCLUYE EL año 1993 con una larga serie de problemas pendientes cuya solución debería permitir el establecimiento de una autonomía limitada en Gaza y Jericó. Las suspicacias entre palestinos e israelíes son tales que la terminología aparentemente' más nimia provoca interminables batallas de algo más que procedimiento.El acuerdo de paz preveía que las tropas israelíes comenzaran la retirada el pasado 13 de diciembre. ¿Retirarnos? No, decían los israelíes: se trata de un simple repliegue que permita a las tropas seguir garantizando la seguridad de sus intereses en la zona. Estos intereses consisten en el control de entrada desde Egipto -en Gaza- y desde Jordania -en Jericó-, que Israel insiste en efectuar directamente y los palestinos entienden que es de su exclusiva competencia. De la misma forma, la extensión que se acuerde al enclave de Jericó, la capital provisional palestina, constituye el otro punto básico de disputa entre las partes.

Es importante que, en la primera semana de enero, la nueva ronda de negociaciones que se celebrará en Egipto, según anunciaron anteayer los ministros de Exteriores israelí, Simón Peres, y palestino, Mahmud Abbas, produzca un acuerdo sobre ambas cuestiones. De lo contrario, el calendario del proceso de paz puede quedar remitido ad calendas graecas.

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El análisis de las fórmulas que se barajan para la supervisión de la frontera de Gaza con Egipto y de Jericó con Jordania da idea de lo dificil que es atender las desconfianzas mutuas, el legítimo derecho palestino a disfrutar de un embrión de soberanía y el no menos legítimo israelí de garantizar su propia seguridad. Un principio de acuerdo parece que se ha insinuado ya en las conversaciones.

El progreso de las negociaciones es vital para los líderes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ante la considerable fuerza de su oposición interna. Un salto hacia adelante, con todos sus riesgos, parece la única respuesta al presente impasse. Ese gesto sólo puede proceder del lado israelí. Un objetivo central de Israel, al firmar el acuerdo de paz, es el desembarazarse de las funciones de policía sobre el pueblo palestino. Tiempo habrá, si las autoridades palestinas no cumplen esa tarea a satisfacción de la seguridad israelí, de echar un freno al proceso. Esa incógnita no se ha despejado todavía. Por ello, Israel se debe hoy a sí mismo, al pueblo palestino y a la comunidad internacional. la valentía de arriesgarse a averiguarlo. Eso es lo que se discute ahora.

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