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Un atentado mortal del IRA revela su resistencia al plan de paz anglo-irlandés

Enric González

El IRA (Ejército Republicano Irlandés) dio ayer un nuevo pisotón a las esperanzas de paz de los norirlandeses. La banda terrorista lanzó cuatro ataques contra patrullas británicas, y en uno de ellos mató a un soldado. Fue la primera muerte desde el 15 de diciembre, cuando los Gobiernos de Londres y Dublín presentaron una propuesta de paz para la región. La dirección del IRA, que aún no ha respondido a la propuesta anglo-irlandesa, anunció ayer que no pensaba renunciar a la lucha armada.

El plan de paz anglo-irlandés aún no está muerto, pero sí lo está la oleada de optimismo que desencadenó. La Navidad no trajo la reconciliación, como esperaba el primer ministro irlandés, Albert Reynolds. Y ya nadie habla de "paz en cuestión de semanas", como se hacía hace poco. En su habitual mensaje de fin de año en la revista del Sinn Féin Republican News, la dirección del IRA se cuidó de enfriar aún más los ánimos: "Nuestra lucha ha soportado y sobrevivido una ofensiva británica tras otra. Y sigue siendo sólida".Los atentados de ayer fueron precedidos, el miércoles, por una asamblea multitudinaria de militantes del IRA y del Sinn Féin (brazo político del IRA), en la que la propuesta anglo-irlandesa no obtuvo ni una sola intervención favorable. Entre los 400 asistentes había presos con permiso navideño y concejales del Sinn Féin. Uno de los concejales, Jim McCallister, dijo que la asamblea había coincidido en opinar que "al documento [angloirlandés] le falta aún mucho para convertirse en una auténtica propuesta de paz". Y agregó: "El documento, tal como nos ha sido presentado, resulta insuficiente para justificar un alto el fuego del IRA".

Uno de los reclusos de permiso, Brendan McFarlane, dirigente de la banda y considerado líder de los encarcelados del IRA, dijo a su vez ante la asamblea que los presos no querían ser utilizados como "piezas de regateo" en una negociáción, refiriéndose a las insinuaciones de amnistía parcial emitidas por los Gobiernos de Londres y Dublín.

Todas las reticencias del IRA ante el plan de paz quedaron subrayadas con sangre pocas horas después. Los atentados comenzaron por la noche, cuando un mortero fue disparado contra un vehículo militar en el centro de Belfast y causó heridas leves a un soldado. El disparo se efectuó desde una vivienda particular cuyos inquilinos, una pareja de edad mediana, permanecieron secuestrados durante un par de horas por el comando del IRA.

Al amanecer, una mina estalló al paso de una patrulla militar en las cercanías de los guetos católicos al oeste de Belfast, sin causar víctimas. Una segunda mina fue localizada y desactivada unas horas más tarde.

El atentado mortal se produjo en Armagh, un condado fronterizo con la República de Irlanda donde el IRA cuenta con gran apoyo popular. Un soldado que patrullaba a pie por una zona rural recibió el impacto de una bala en el pecho y murió cuando era trasladado a un hospital.

El Gobierno británico respondió a la renovada violencia del IRA negándose a facilitar dinero al Sinn Féin para la protección de sus dirigentes.

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