Hágase la luz
"Te advierto que no sé vivir sin estar colgado de los brazos de la luna", canta Pablo Guerrero, artista luminoso. Acercarse a su obra es descubrir nuevas zonas de luz, guardianes que están dormidos, niños que juegan a las cuatro esquinas, mundos lejanos que están dentro, seres que tienen las llaves del sosiego. Guerrero, como bien saben los iniciados, engancha. Toda la vida es ahora, su último disco, lo demuestra.En directo, es una droga, un sedante necesario. No sólo crea ambiente sino también espacios, y transmite una paz sólo comparable a la del canto gregoriano. Cuenta para ello con unos músicos de exquisita sensibilidad. Suso Sáiz ha conseguido encontrar los sonidos ocultos del silencio. Es perfecta la ósmosis entre música y textos. Unos textos a la vez transparentes y mistéricos, sencillos y complejos, de variada lectura.
Pablo Guerrero
Suso Sáiz (guitarra y teclados), Tino di Geraldo (bajo) y Javier Paxariño (saxo). Círculo de Bellas Artes. Madrid, 18 de diciembre.
Pablo Guerrero siempre fue un explorador de territorios escondidos. Pero mucha gente tiene de él la idea tópica del cantautor clásico con talante lugareño. Nada más falso. Desde que grabó su primer disco en 1968, no ha cesado de buscar y experimentar. Ahora parece que ha encontrado el camino definitivo con este disco al que algunos no dudan en calificar como una joya de la música new age.
En el Círculo de Bellas Artes, Guerrero estuvo espléndido, sencillamente, porque supo convertir en belleza a la sencillez. Atrapó al tiempo entre sus redes, se detuvo el reloj, y la gente salió del concierto con la firme convicción de que toda la vida es ahora. Hágase la luz. Y la luz fue hecha. En la música popular española no todo está perdido.
Babelia
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