El mismo sistema que para los medicamentos
Lo que, en resumen, ha propuesto en España desde 1991 el Grupo de Estudios de Política Criminal es que a las drogas se les aplique el mismo sistema que a los medicamentos, con todos sus controles de la Administración respecto a la calidad en la producción, y a la distribución y venta. A partir de ahí, una persona adulta, como adulta que es, debe tener libertad para consumir o no esas drogas. Se proponen además intensas campanas de educación e información desde los organismos públicos para advertir de los riesgos de consumir esas sustancias; así como medidas desincentivadoras, como altos precios, aunque no tan altos como para dar lugar nuevamente a un tráfico ilícito.El Derecho Penal sólo intervendría en este asunto para proteger a detrminadas personas, sancionando a quienes proporcionen drogas a menores o a personas disminuidas psíquicamente o que se encuentren en voluntario proceso de desintoxicación. Reconocen que la efectividad de estas propuestas requeriría un acuerdo internacional; piensan que aunque la UE es el lugar idóneo de debate, el Gobierno español no debe usarlo como disculpa para seguir promocionando la represión.
Pero, sobre todo, lo que quieren es que se debata, que se hable de ello. Tres datos para pensárselo dos veces: el mercado negro produce en torno a 40 billones de beneficios limpios cada año. Sólo en España mueren alrededor de mil jóvenes por problemas de drogas. En los 12 países de la Unión Europea hay unos cinco millones de consumidores, de los cuales, un millón puede considerarse drogodependientes.
"Cuando menos hace falta que se habrá un debate; porque, desde luego, tal como están, las cosas están fatal", dice el showman y médico José Miguel Monzón, conocido como Gran Wyoming. "Lo que hay que hacer es darle más información a las personas, y después dejarlas que elijan libremente. Con la legalización se acabaría con todo ese mundo del hampa que se ha formado alrededor de las drogas; ese mundo cada vez más sórdido en el que entran los drogodependientes", señala el escritor Luis Antonio de Villena. Y añade: "La historia más sórdida y dramática del alcohol se ha escrito precisamente cuando EE UU promulgó la ley seca".
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