Horarios nocturnos
Los cafés cantantes son la sal de la noche, pero casi todos tienen un lunarón ostentoso: su concepto asilvestrado de los horarios. Hay locales en los que, sin ningún tipo de explicaciones, el espectáculo comienza con más de una hora de retraso. Anuncian una actuación a las once de la noche, pero la velada no empieza hasta el día siguiente, es decir, pasadas las doce. Esta impune morosidad puede que no signifique trastorno para noctámbulos crónicos; para el resto de los ciudadanos constituye un impedimento categórico, una castaña.En algunos casos, este olímpico desprecio al tiempo de los contribuyentes es simplemente una actitud metafísica propiciada por espíritus vaporosos. Le ordenan al reloj que no marque las horas, que detenga su camino, y se quedan tan panchos. Pero, en ocasiones, los retrasos son deliberados y contumaces: se trata de alevosía pura y dura planificada fríamente para incrementar el volumen de la caja registradora. Tamaña actitud no debe ser considerada como mera descortesía, sino como un acto criminoso en el que concurren varios desafueros.
Un ciudadano bajito, pelirrojo y peliaguado, de nombre Iván y de apellido secreto por miedo a represalias del sector hostelero, anda por ahí distribuyendo Ebelos extremistas en los que exhorta a la plebe a acudir al juzgado de guardia cada vez que se produzca un retraso en los espectáculos nocturnos. En uno de esos panfletos, tras un exordio en clave de arenga, se especifican los siguientes delitos implícitos en cualquier dilación escénica: "Primero: es un atraco al tiempo, pero como el tiempo es oro, quien te lo quita te está metiendo mano al bolsillo. Segundo: es un robo con engaño, un timo. Tercero: es una incitación al absentismo laboral al día siguiente de la noche de autos y un estímulo al bajo rendimiento profesional. Cuarto: es una descarada inducción a la borrachera y al consumo de estupefacientes para suavizar la espera. Quinto: si además te dan alcohol de garrafa, es un atentado contra la salud pública y un abuso de confianza. Sexto: es una desnaturalización inmobiliaria, pues convierte albar en una sala de espera sin la licencia municipal correspondiente. Séptimo: es un hurto de horas de sueño, pero como la vida es sueño, el hurto se convierte en atentado contra la existencia, es decir, intento de asesinato". El susodicho Iván, en su delirio, remata así su escrito: "Si la fiesta nacional destaca por su puntualidad, se debe a que está presidida por un comisario de policía. Pongamos a un madero al frente de los cafés cantantes, señor Asunción".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.