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Fallece de cáncer Houphouet-Boigny, presidente de Costa de Marfil durante 33 años

Acaba de desaparecer el político que durante más tiempo ejerció la presidencia de un Estado africano: Félix Houphouét-Boigny, que falleció ayer de un cáncer de próstata tras haber conducido durante 33 años -desde la independencia hasta hoy- los destinos de Costa de Marfil. El Viejo, como le llamaban sus conciudadanos, deja tras de sí un país económicameníte pujante, pero políticamente marcado por el culto a la personalidad tras una curiosa trayectoria que hizo de él uno de los redactores de la Constitución francesa.Tenía 88 años, o eso se dice, ya que, como muchos datos de su biografia, su fecha de nacimiento pertenece a la leyenda. Se creé que nació en octubre de 1905 en Yamusukro, entonces una aldea perdida en mitad de la selva y la cual el presidente fallecido, presa ya de egocentrismo, transformó hace pocos años en la nueva capital del país. Cursó Medicina en Dakar y con los 20 años apenas cumplidos recorrió su país de arriba abajo como médico rural.

Militaba en aquellos tiempos en el movimiento anticolonialista, lo que le llevó a formar el Sindicato Agrícola Africano, que luchó por la independencia, y a escribir un panfleto titulado Ya nos han robado demasiado, que le valió múltiples problemas con los franceses. La potencia colonial, sin embargo, no le guardó rencor. Houphouét-Boigny fue sucesivamente diputado en la Asamblea Constituyente francesa y ministro en París durante tres gobiernos. De vuelta a su país para la independencia, en 1960, resultó elegido presidente. Lo fue siete veces seguidas.

Podía invocar, bien es cierto, un balance económico positivo. En medio de un entorno caracterizado por la pobreza, la Costa de Marfil de Houphouét-Boigny gozó de un crecimiento espectacular, basado en las exportaciones de cacao. Abiyán se convirtió en símbolo de una inédita prosperidad africana.

Los tiempos, sin embargo, habían cambiado estos últimos años para el Viejo, que había dejado de ser, como lo fue durante mucho tiempo, un patriarca aceptado por todos. La caída de los precios del cacao llevó la crísis a su país, mientras el presidente, conforme envejecía, parecía cada vez más presa de una megalomanía que le llevó a construir en su pueblo natal, mediante enorme derroche de dinero, una gigantesca basílica.

Las manifestaciones estudiantiles de 1990 socavaron su poder. Tuvo que aceptar a regañadientes la instauración del multipartidismo. Se presentó de nuevo, a los 85 años, a la presidencia, pero esta vez con un competidor. Volvió a ganar, aunque juró que este mandato sería el último, como así ha sido.

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