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Delors propone una emision de 5 billones de pesetas en obligaciones europeas para combatir el paro

Lluís Bassets

Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, sacará hoy de la manga la carta que ha estado guardando para apostar fuerte por el Libro Blanco sobre el Empleo, la Competitividad y el Crecimiento, encargado por el Consejo Europeo de Copenhague en junio y que está previsto aprobar hoy. El objetivo del plan es diseñar las líneas de una recuperación económica que consiga crear puestos de trabajo, y la gran baza es la realización de una emisión gigante de obligaciones de la Unión Europea, cuyo valor será algo más de 30.000 millones de ecus (unos cinco billones de pesetas). La Comisión trata de reactivar la inversión en toda Europa y crear 15 millones de empleos antes del 2000.

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Europa debe realizar en los próximos cinco años un especial esfuerzo en inversiones públicas, tanto para comunicar las zonas más alejadas y facilitar la libre circulación dentro del espacio común, como para dar un brusco frenazo al crecimiento hasta ahora imparable del desempleo. Ésta es una de las ideas centrales del Libro Blanco que presentará Delors a la próximo Cumbre Europea.Las inversiones que propone el Libro Blanco superan los 100.000 millones de ecus (casi 16 billones de pesetas), a razón de 20.000 millones por año desde 1994 hasta 1999. El objetivo es crear 15 millones de puestos de trabajo, mediante grandes obras públicas en telecomunicaciones (redes telefónicas y autopistas informáticas), energía (gasoductos y redes eléctricas), autopistas, trenes de alta velocidad y medio ambiente. Habrá también inversiones especiales en educación y formación profesional, y se buscará el estímulo directo a la creación de empleos en las pymes.

El Libro Blanco se compone de tres partes: una introducción de carácter político, en la que el presidente de la Comisión ha trabajado muy directamente; una parte central con tres capítulos (empleo, crecimiento y competitividad) y doce apéndices, uno por cada uno de los Doce, sobre las propuestas de cada uno de los gobiernos. Delors ha querido evitar que la primera parte pase por el Consejo de Economía y Finanzas (Ecofin), donde el voluntarismo del presidente de la Comisión suele tropezar con el pragmatismo de los ministros.

Estímulos

También ha evitado, hasta la fecha, entregar a los ministros las ideas más concretas, como es el caso de la emisión de las denominadas obligaciones de la Unión. El borrador entregado al Ecofin se limitaba a mencionar la necesidad de "estimular las inversiones públicas y privadas tanto a nivel comunitario (grandes redes) como a nivel nacional". Las ideas fuertes de Delors irán así directamente a la Cumbre.

La propuesta de Delors incluye mecanismos de financiación ya existentes, aprobados en su mayor parte en la Cumbre de Edimburgo celebrada hace un año. Es el caso de los préstamos del BEI y de la parte de los fondos estructurales y de Cohesión que irá destinada específicamente a este tipo de acciones. El Fondo Europeo de Inversiones, lanzado también entonces, no ha visto todavía la luz por falta de ratificación. Pero su mayor originalidad es la propuesta de una emisión de obligaciones a largo plazo, que cubra la tercera parte, aproximadamente, de las inversiones y permita financiar los proyectos con dinero barato.

La base jurídica de la propuesta se halla en el propio Tratado de la Unión o de Maastricht, en su artículo 129: "la Comunidad contribuirá al establecimiento y al desarrollo de redes transeuropeas en los sectores de las infraestructuras de transportes, de las telecomunicaciones y de la energía". Dicho artículo autoriza a la Comunidad a "apoyar los esfuerzos financieros de los Estados". Se entiende que la emisión a largo plazo sería gestionada por la Comisión Europea, posiblemente a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Pero queda por ver qué papel jugará el nuevo Instituto Monetario Europeo (IME) que abrirá sus puertas el 1 de enero.

Los mayores inconvenientes con que tropezará el Libro Blanco serán las reticencias de los países hostiles por principio a cualquier aumento de los déficit públicos, como será el caso, probablemente, de Alemania y Reino Unido. Este último país es también reticente a todo lo que signifique dar más poder a la Comisión Europea, como es el caso de ofrecerle la posibilidad de gestionar una endeudamiento colosal como el que se propone. Finalmente, los enemigos de esta iniciativa esgrimirán el eco moderado que ha recibido la Iniciativa Europea de Crecimiento, por la enorme dificultad que presenta movilizar proyectos capaces de ser financiados a nivel europeo.

Los partidarios de la iniciativa, en cambio, aseguran que la inversión pública ha caído en los últimos años en Europa y que falta agilidad para movilizar dinero en grandes proyectos, por lo que el programa de inversiones permitirá recobrar la capacidad de gestión. Según argumentan, una emisión de deuda europea sería fácilmente absorbible por el mercado mundial y permitiría repatriar buena parte de los capitales que huyeron de Europa con la especulación desencadenada por la crisis monetaria.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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