'Mussolini, el 'rojo' y la Camorra
Los napolitanos deciden el domingo si poner en la alcaldía a la nieta del Duce o a un ex comunista
Ni siquiera faltó la lluvia para que Nápoles luciera todo el esplendor de su caos cotidiano el miércoles, cuando, Alessandra Mussolini, la candidata neofascista a alcalde en las elecciones que se celebrarán en segunda vuelta el domingo, presentaba a los medios de comunicación a su equipo de colaboradores. Veinticinco mil estudiantes, que se manifestaban contra la reforma de la enseñanza media, bloquearon por completo el tráfico, de modo que, a las nueve de la mañana, los taxistas de la estación únicamente aceptaban al viajero dispuesto a trasladarse por la circunvalación, haciendo un recorrido de unos 40 kilómetros para llegar a un punto que en realidad distaba sólo unos cuatro.Al hilo de la dificultad, los transportistas ilegales -más aún que los legítimos- habían crecido hasta constituir una barrera difícilmente salvable, con sus tirones de manga y sus ofertas susurradas de llevarte a cualquier sitio, incluso en brazos. La calle era el amasijo habitual de vehículos tan pegados unos a otros que el peatón siente que roza casi siempre un coche. Los viejecitos con gorra que, por una moneda, orientan al conductor para que corte por la acera y se meta todavía un metro más en el tapón compacto completaban un panorama tópico y maloliente, apenas respirable por la saturación de monóxido de carbono.
Otros problemas menos visibles de Nápoles se han convertido también en tristes tópicos, debido a que son ya lo suficientemente antiguos como para que nadie crea firmemente en la posibilidad de resolverlos. Como la vivienda, con sus 50.000 típicos bajos de apenas 20 metros cuadrados y una humedad que destroza literalmente a. las familias que se apiñan en ellos; y con sus varios cientos de miles de barracas prefabricadas que todavía alojan a víctimas del terremoto de hace 13 años. 0 la delincuencia, que se asienta tanto en el centro como en las barriadas construidas precisamente para aquellos damnificados del seísmo, ocupadas ilegalmente por otros necesitados. O la enseñanza, hiperdotada de instalaciones ruinosas y profesores absentistas e incapaces de retener a unos 60.000 niños que, se calcula, no van jamás a la escuela porque tienen que trabajar en el bar o vender tabaco de contrabando. 0 los registros, saturados desde hace dos años, de modo que en Nápoles es muy difícil nacer o morir legalmente. O el agua, casi venenosa y no mucho peor que la leche, también municipalizada.
"El programa consiste en poner las personas adecuadas en el puesto adecuado", proclama Mussolini en el coqueto salón de un hotel que mira a un rincón tranquilo del paseo marítimo. Pero sus personas adecuadas no ofrecen soluciones estudiadas. Al problema del tráfico, por ejemplo, lo más que se le ocurre al experto correspondiente es que habrá que empezar por reorganizar a los guardias para que, al menos, hagan que se respete algún semáforo.
Pero la candidata neofascista no ha atraído la atención internacional por la audacia de sus soluciones para una ciudad doliente, sino por su doble condición de nieta del duce e hija de Maria Scicolone, lo que la convierte en sobrina de Sofía Loren. Y por su buen palmito treintañero.
El mismo miércoles, bajo las bóvedas góticas de San Lorenzo Maggiore, acompañaban a Antonio Bassolino, el otro aspirante a la alcaldía por el Partido Democrático de Izquierda, gente del espectáculo y un número suficiente de jóvenes y mammas con sus hijos como para convencer al más escéptico de que, por encima de un programa para reactivar la ciudad con soluciones también turísticas, Bassolino es el antídoto contra una pesadilla de camisas negras, taconazos y saludos romanos que no dejaron buen recuerdo.
Alessandra Mussolini procura sacar el juego de ese terreno, e insiste en que, con su apellido, representa lo "nuevo" frente a la continuidad del candidato ex comunista. Aun siendo romana, su desparpajo le abre camino en el casco popular, como los Barrios Españoles, donde reina la Camorra, y por eso ha corrido la voz de que la delincuencia la prefiere como candidata. Pero Bassolino sigue siendo el favorito.
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