Nadie quiere un muro
Los habitantes de la sitiada capital de Bosnia-Herzegovina se oponen a la división de su ciudad
"La división de Sarajevo significaría la muerte de Bosnia-Herzegovina porque esta ciudad es el símbolo y el espíritu de la república", afirma Sabrija Rojskic, musulmán, miembro del antiguo Gobierno bosnio y del extinto Gabinete yugoslavo de Ante Markovic. Hoy trabaja como asesor de Alia Izetbegovic.En un tono tal vez más realista, Nedejko Despotovic, ministro sin cartera, admite que "en esta guerra todo es posible", para añadir: "No estamos seguros de que no vaya a ocurrir [la partición]. Sería muy duro aplicar un acuerdo de paz en estas condiciones". "No quiero hablar de ello", corta Ivo Knezevic, ministro de Información.
. "Es muy difícil dividir la ciudad. Tenemos que ser capaces de encontrar una solución justa y correcta en los próximos dos años, en una atmósfera de tranquilidad y no bajo las bombas. Mientras tanto, Sarajevo debería poder funcionar como una ciudad abierta bajo la administración de las Naciones :Unidas".
Knezevic recuerda que la historia de Sarajevo es multicultural, donde convivieron a lo largo de siglos diversas nacionalidades y religiones. Y subraya tres puntos: "Sarajevo es la ciudad más importante de Bosnia-Herzegovina, en el futuro también lo será, y, por lo tanto, tenemos que ser pragmáticos".- Tanto los miembros del Gobierno como del alto mando del Ejército rehúsan hablar de las implicaciones políticas y militares de una eventual partición de Sarajevo.
La opinión de la calle
¿Qué piensan los ciudadanos de a pie, sean civiles o vistan hoy el uniforme de la Armija? Amila, por ejemplo. Es una niña de 10 años que se crió en el jardín de infancia y la escuela primaria de Grbavica hasta que llegaron los milicianos serbios que se apoderaron del barrio. Hoy, en Sarajevo, a Amila no le cabe en la cabeza la idea de no poder volver nunca más a Grbavica. Allí tiene a su mejor amiga. Como Amila piensa la Asociación de Ciudadanos de Grbavica, constituida por personas que debieron abandonar su barrio y que, desde sus refugios en Sarajevo, exigen su derecho a recuperar sus casas.
"Es un error pensar que dividiendo Sarajevo la guerra terminará en Bosnia-Herzegovina", dice Nijaz Custovic, antiguo director de una fábrica. "Pretenden dar el mismo valor a la división de Sarajevo como a una salida al mar [para un futuro Estado musulmán], como a la recuperación de territorios en Bosnia oriental ocupados por los serbios. No se puede comparar".
Custovic nació en Grbavica, donde vivió durante 15 años. Luego se trasladó a Ilidza (también bajo ocupación serbia) y ahora vive en el casco antiguo de Sarajevo. "Siempre hemos querido vivir juntos, sin tener en cuenta la nacionalidad", explica. A la pregunta de cómo podrían convivir en el futuro serbios y musulmanes en aquellos barrios donde se practicó la limpieza étnica, Custovic es rotundo: "Quienes vivien ahora en nuestro barrio de Grbavica, no son los serbios de Sarajevo. A estos últimos habría que expulsarlos para siempre".
Adnan Beslagic, de 30 años, es un soldado del Ejército bosnio. Considera que la guerra es la mayor estupidez que le ha tocado vivir jamás. No quiere pronunciarse sobre la división -"no sé si sería buena para alguien"- y repite que su única preocupación es su mujer y su hijo, que nació hace 16 meses, en plena guerra. "No hay ninguna esperanza para las mujeres y los niños en esta situación".
Para un antiguo profesor de la facultad de Ciencias Económicas, que prefiere no facilitar su nombre, "Sarajevo es el hijo de Bosnia-Herzegovina. Si dividen la ciudad quedaremos abandonados". "Es un precio demasiado alto. Nunca lo aceptaremos", concluye.
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