Mortier habla de un compló de los poderes conservadores para echarle
El director del festival de Salzburgo dice que no dimitirá
"Yo no ataco a nadie en público, pero tras un año de diálogo tranquilo con la Orquesta Filarmónica de Viena no he conseguido nada". El belga flamenco Gérard Mortier, director de festival de Salzburgo, reconoce que si la agrupación abandonara el festival eso podría ser su guillotina. Y, tras referirse a un compló conservador, añade con humor: "Pero yo tengo mucho de Danton, adoro a la Filarmónica y tiene que darse cuenta de que la labor que hacemos es de conjunto. No me gusta que jueguen a la diva".
Gérard Mortier dice: "Soy intransigente, ya se sabe, los flamencos... Tengo mis principios, necesito disciplina. No me gusta que me digan lo que puedo y no puedo hacer".El 10 de enero próximo Mortier intentará convencer a la Filarmónica de la necesidad de poner en práctica sus peticiones, claras y simples: "`Yo deseo básicamente tres cosas: primero, que no haya cambios en los músicos de las orquestas a la hora de tocar las óperas. Segundo, que haya más ensayos y que los ensayos se paguen menos que las actuaciones mismas, siempre cubriendo unos mínimos; y, tercero, que discutan un nuevo perfil artístico, es decir, que discutamos conjuntamente los programas así como la presencia de los artistas reputados. Quiero llevar obras modernas y a la vez no deseo que los programas se toquen en función de las grabaciones discográficas que acaben de realizar".Lo que Mortier exige es muy preciso; sin embargo, explica, "la Filarmónica me pidió que no declarase en público cuáles eran sus condiciones". "`Ya no entiendo nada", continúa. "Temo que haya una coalición entre la Filarmónica y ciertos poderes conservadores que desean que yo no esté en Salzsburgo. Y como son los más fuertes y peligrosos del festival, lo mejor para ellos es hacer un pacto para ejercer presión sobre mí. Esa es la verdadera razón de la polémica". Pero Mortier no sólo cuenta con detractores: "Hay otras fuerzas políticas, altos cargos en Salzburgo, e incluso cuento con gran apoyo internacional; es una reacción contra la política de Viena, contra la vieja tradición".¿Y si la Filarmónica decide no volver a Salzburgo? "`Podría ser la guillotina para mí", dice. "Pero no voy a dimitir por eso. Además, en mi contrato no hay nada que me pueda obligar a dimitir, pues no hay ningún compromiso de esa naturaleza con la Filarmónica. Por otra parte, los políticos siempre pueden encontrar una excusa para quejarse. Estoy convencido de que, cuando quieren pegar a un perro, siempre se encuentran un palo".
Seis o nada
Desde 1991, primer año que ocupó el cargo de director del Festival Internacional de Salzburgo, Mortier impuso sus reglas. ""Querían", dice, "hacerme un contrato de tres años. Yo les dije que seis o nada. Sabía que en Austria las cosas van despacio. Los cambios no se asimilan fácilmente".Cuando llegó al Festival de Salzburgo, el más importante del mundo, explica que la creatividad estaba por los suelos. "Lo único que he intentado hacer en Salzburgo es que no sea una diversión, o, como decía Chaikovski, una visita a los restaurantes"."Por otra parte" añade, "estoy en contra de las estrellas que se utilizan a sí mismos. La estrella es Verdi. Estoy en contra de los directores que no están suficientemente en Salzburgo. No estoy en contra de que las estrellas ganen dinero, pero creo que hay algo más que venir a Salzburgo, cantar un papel e irse. Yo pago un tercio de lo que se pagaba antes. Y el resultado es que muchas estrellas ya no vendrán. Pero hay grandes cantantes jóvenes, talentos indiscutibles. Me hubiera gustado que Domingo cantara Edipo Rey, de Stravinski, pero no tenía tiempo ni ganas para ello. Me dijo que preparaba Tristán. Carrerai se enfadó, y es una pena, porque siempre me encantó".
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