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¿Por qué un fumador contrae cáncer y otro no?

Los marcadores biológicos permitirán determinar la vulnerabilidad individual a los tumores

Milagros Pérez Oliva

Varias décadas de investigación en toxicología han permitido determinar que algunos productos de uso industrial tienen efectos cancerígenos sobre quienes los manipulan. Pero lo que la ciencia todavía no ha podido explicar es por qué personas expuestas a altas dosis de estos cancerígenos no desarrollan un tumor y en cambio sí lo desarrollan a veces otras sometidas a dosis inferiores. La variabilidad genética humana es la clave de este enigma, que los investigadores tratan ahora de resolver con la obtención de unos marcadores biológicos, a nivel del ADN (ácido desoxirribonucleico), capaces de predecir, mucho antes de que aparezca el tumor, si una persona expuesta al tóxico está sufriendo lesiones precursoras de un proceso cancerígeno.El estado de investigación de los nuevos biomarcadores de uso molecular ha sido uno de los temas tratados por los 95 científicos reunidos la pasada semana en Sitges por la Fundación Europea de la Ciencia.

"La epidemiología logró demostrar que había relación entre determinados productos y una mayor incidencia de cáncer. La toxicología ha permitido comprobar los efectos cancerígenos de esos productos y establecer unas dosis de exposición máximas. Pero hasta ahora hemos trabajado con modelos estadísticos que permiten determinar los riesgos colectivos frente a un tóxico, pero no la vulnerabilidad individual, porque ésta es diferente en cada persona y depende de un gran conjunto de variables", explica el investigador Eduard Rodríguez-Farré, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Barcelona.

Esta diversidad es la que explica que, entre dos fumadores que. consuman más de 20 cigarrillos diarios, uno de ellos pueda morir a los 50 años de un cáncer de pulmón, mientras el otro pueda llegar a octogenario sin el más mínimo problema.

"Se sabe con certeza la acción carcinógena de algunos productos de uso industrial, como el cloruro de vinilo, el amianto o algunos hidrocarburos del cadmio. Y también está demostrado, por ejemplo, que hay mayor incidencia de cáncer de estómago en los lugares donde hay nitritos en las aguas", explica Rodríguez-Farré. La investigación se centró sobre los productos de toxicidad conocida, y uno de los primeros marcadores biológicos que se desarrollaron fue el del cadmio, cuya exposición provoca lesiones renales. Un equipo de científicos belga descubrió que la concentración de una determinada proteína en el riñón era un indicador de lesión, y que a mayor concentración, mayor era la gravedad. La obtención de un biomarcador tenía especial interés en el cáncer, pues en la mayor parte de los casos el proceso biológico se inicia mucho antes de la aparición del tumor.

Recientes investigaciones en biología molecular han permitido observar que el producto tóxico, al penetrar en el organismo, libera unas moléculas que se adhieren al ADN, el material genético de cada célula que contiene toda la información hereditaria. Estas moléculas provocan la mutación de los genes que se encuentran en el lugar de la adhesión. Cuanto mayor es la exposición al tóxico, mayor cantidad de mutaciones se producen y, por tanto, mayor es el riesgo de que deriven en un cáncer.

Paolo Boffetta y David Shuken, de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de Lyón (Francia), expusieron los procedimientos empleados para determinar si el ADN está o no dañado mediante un análisis específico del material genético de los linfocitos de la sangre. La técnica, en fase de experimentación, permite determinar, según Boffetta, si una persona sufre lesiones a nivel del ADN y si esas lesiones son o no importantes.

Evitar la exposición

Pero, de momento, el resultado de este análisis no permite realizar un pronóstico. El que aparezca o no finalmente un cáncer dependerá de otra variable: la tolerancia de esa persona a la acción del cancerígeno. Según explicó Hiroshi Oshima, también de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer de Lyón, cada persona tiene unas características genéticas diferentes que condicionan su respuesta frente al tóxico. Y esta respuesta depende, fundamentalmente, de dos mecanismos: la vulnerabilidad frente al tóxico y la eficacia del mecanismo de defensa celular."La existencia de estos dos factores individuales es la que explica, por ejemplo, que un medicamento provoque reacciones adversas en unas personas y en otras no", explica Rodríguez-Farré. En cualquer caso, la posibilidad de conocer si un tóxico está alterando el ADN, y el grado de esa alteración puede ser ya muy útil para los trabajadores que manipulan productos cancerígenos, pues podrán conocer, mediante un análisis de sangre, si el tóxico les está afectando".

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