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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Autismo de ETA

EL RADICALISMO nacionalista articulado en torno a ETA ha perdido en su intento de agrupar a la mayo ría de la población, o siquiera al sector nacionalista de la misma, en torno a sus planteamientos violentos. En lugar de reconocerlo, como acaba de hacer su anterior jefe, Álvarez Santa Cristina, Txelis, e hicieron antes que él muchos otros que se iniciaron en el camino de la violencia en tiempos de la dictadura, los actuales jefes de ETA han optado por abrir un nuevo frente, el de la lucha contra los demás nacionalistas. Esperan que esa nueva perspectiva les permita seguir siendo jefes durante algún tiempo. La historia de las organizaciones violentas, desde los sicarios a los fundamentalistas de cualquier dogma, está llena de experiencias similares. Antes de reconocer la derrota -o precisamente como forma autista de reconocerla-, vuelven las armas contra aquellos a los que decían de fender. Es lo que está pasando ahora mismo en el nacionalismo radical vasco, cuya coartada fue que ETA expresaba los sentimientos profundos e intereses últimos de la mayoría nacionalista. Alguien muy representativo de esa generación que no conoció el franquismo -algo que parecen lamen tar profundamente- y que ahora dirige el tinglado acaba de declarar, a propósito de las reacciones al asesinato por ETA del sargento de la Ertzairitza Joseba Goikoetxea, que ha sido el PNV, partido al que pertenecía la víctima, "quien ha buscado el atentado". La coordinadora KAS, estado mayor del terrorismo etarra, donde mandan los mismos que en ETA, ha responsabilizado a "los sectores del PNV que apuestan por la vía de la confrontación" y ha exigido la dimisión del consejero vasco de Interior, Juan María Atutxa, como una de "las medidas para la democratización de la Ertzairitza". Si alguien dudaba de lo que para esa gente significa democracia y democratización, ahí lo tiene: impunidad para los que se financian con secuestros y asesinan a mansalva.

No sólo, por cierto, a miembros del PNV, pero también a ellos. Algunos nacionalistas han tardado demasiado tiempo en decir lo que ahora dicen, y casi todos ellos en decirlo con el acento dramático con que ahora lo hacen. Sin embargo, hace muchos años que las ekintzas (acciones) de ETA son crímenes crueles y horrendos, y tan injustificados desde cualquier punto de vista como el que ha acabado con la vida de Goikoetxea.

Arzalluz dijo ayer que "antes tumbados por las pistolas que dirigidos por ellas". Lo dijo ante la tumba del fundador del nacionalismo vasco, muerto hace ahora 90 años. Al inicio de su vida política, en 1894, Sabino Arana escribió que se guardaría bien de llamar a hacer la guerra contra España, "porque nunca el dictamen de la razón nos permite hacerla más que en último caso". Nadie con dos dedos de frente puede considerar que la situación de los vascos de hoy sea tan desesperada que no tengan sus ciudadanos otra salida que morir o matar. Euskadi dispone hoy de instituciones de autogobierno, de medios ingentes para garantizar la supervivencia del euskera y demás expresiones de la identidad vasca, de un sistema eficaz' de autofinanciación y hasta de una policía cuyas competencias son tan amplias que participa directamente incluso en la lucha contra la criminalidad terrorista.

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Pero esto es justamente lo que quienes viven de los crímenes de ETA no pueden admitir: que son sus compatriotas, la mayoría de la población de Euskadi, incluidos los nacionalistas no fanatizados por la violencia, quienes les rechazan. Arzalluz lo dijo ayer muy gráficamente cuando, dirigiéndose expresamente a los miembros de su partido, advirtió que "somos muchos más que ellos y podemos matarlos a todos". Pero sus palabras incluían también el reconocimiento de que el problema, el contencioso de que hablan los comunicados de ETA, no se plantea entre Euskadi y España, sino entre unos vascos demócratas y otros que no lo son.

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