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RELEVO EN INTERIOR

Un ministerio con grietas

El palacete de Castellana, 5, sede del Ministerio del Interior, es un edificio agrietado y con una estructura envejecida. Antoni Asunción, su nuevo titular, tiene ante sí una compleja tarea: renovar el anquilosado aparato de la seguridad del Estado, definir un nuevo modelo policial, lograr de una vez por todas que haya coordinación entre la policía y la Guardia Civil, mejorar la lucha antiterrorista, atacar la creciente criminalidad organizada y hacer que las fuerzas de seguridad se pongan a nivel europeo. "Menos continuismo y más cambio", pide un sindicalista.Rafael Vera, secretario de Estado para la Seguridad, ha hecho una buena labor contra el terrorismo, pese a haberse rodeado de una guardia pretoriana cuyos integrantes no forman precisamente una familia bien avenida. El comisario Manuel Ballesteros, jefe del Gabinete de Planificación, no se lleva bien con el comisario general de Información, Jesús Martínez Torres, y entre el resto de la cadena de mando también hay fuertes disensiones.

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En algunos sectores del Cuerpo Nacional de Policía se resalta, además, el hecho de que el Gobierno socialista ha ya encumbrado a las más altas responsabilidades a funcionarios que en otros tiempos pertenecieron a la temible Brigada Político-social, mientras que han sido muy pocos los comisarios alineados con el PSOE que han llegado a tocar poder. "Y los pocos que lo consiguieron durante la etapa de José María Rodríguez Colorado al frente de la dirección de la Policía han ido siendo laminados u orillados", dice uno de los que forman parte de ese colectivo.

"Los policías estamos apáticos, desmoralizados, mal pagados y con el sentimiento de haber sido maltratados por el Gobierno, después del esfuerzo que hicimos ante acontecimientos como la Conferencia de Paz para Oriente Medio, la Expo y los Juegos Olímpicos", señala José Manuel Sánchez Fornet, secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP). Éste se queja, además, de que el diálogo entre los sindicatos y Corcuera fue inexistente.

Otra grieta que habrá de taponar Asunción es el divorcio que hay entre la policía y la Guardia Civil. Uno y otro cuerpo, en lugar de colaborar estrechamente, se ocultan información. Similar o mayor descoordinación hay entre las fuerzas de seguridad del Estado y las policías locales o autonómicas. "El modelo policial que queremos en España está por definir desde hace años", sentencia un funcionario.

Expertos en los asuntos de Interior señalan que no existe una auténtica policía preventiva, que no hay agentes preparados para Hacer frente al reto de la creciente, criminalidad organizada, que no hay policía de barrio, que el cierre de los cuarteles de la Guardia Civil en los pueblos más pequeños se está haciendo sin contar con el consenso de los partidos de la oposición y que el ciudadano sigue sintiendo lejana a la policía que paga con sus impuestos.

"Si no se corta a tiempo, mi impresión es que los militares, a través de la Guardia Civil, pretenden intervenir cada vez más en la política de Interior, lo cual no es de recibo", declara el diputado Antonio Romero, de IU. Éste señala algunos vicios de Interior: "Ha sido muy blando con la corrupción en los cuerpos de seguridad"; no hay una policía judicial independiente; "no se sabe a quién sirve el Cesid", no se pone en marcha la Guardia Civil del Mar y no hay suficientes guardias para mejorar la seguridad vial.

El varapalo que el Tribunal Constitucional asestó recientemente a la denominada ley Corcuera ha supuesto un inquietante conflicto para Interior. Esta normativa legal, durante sus 20 meses de vigencia ha creado inquietud e inseguridad jurídica entre los policías.

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