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Entrevista:

"En la Antártida esta la historia de la Tierra"

Alberto Castejón, meteorólogo y licenciado en Física, no tiene nada claro que la Antártida sea un santuario de paz, investigación y cooperación internacional Ahí están los ingleses, los argentinos y los chilenos, que siguen con sus reivindicaciones territoriales. Y hoy en día, cuando un país reivindica algo es porque busca algún interés material y de prestigio como nación. Además, países como Alemania, Suecia, Chile y Estados Unidos fletan buques oceanográficos con destino a la Antártida que enmascaran visitas turísticas. Llevan dos o tres científicos y entre 20 y 50 turistas. El Tratado de Madrid consiguió una moratoria de 50 años en la explotación de los recursos de este continente, pero no prohíbe el turismo; lo tolera con ciertas condiciones".Pregunta. ¿Y eso es preocupante?

Respuesta. Sí, porque la Antártida es como un libro que hasta ahora nadie había abierto donde está escrita la historia de la Tierra, con sus etapas geológicas y climatológicas. Cuanta más gente vaya, más pistas se perderán.

P. ¿Cuál fue su primera impresión de la Antártida?R. Un sueño. No creerte que estás allí. Pero la verdad es que esa sensación de sorpresa la tienes siempre que vuelves.

P. ¿Y vuelve cambiado a la cultura urbana?

R. Mucho más tranquilo, con paz interior. Allí se desarrolla tremendamente un espíritu de colaboración hasta en las cosas más cotidianas, como a la hora de preparar el café. Los proyectos científicos allí son muy abiertos, es muy fácil intercambiar información, cosa nada habitual.

P. ¿Hay que mandar mucho en la Isla Livingston?

R. Tengo la ventaja de que ya hay un rodaje de la base, y de que la gente que va está muy concienciada de lo que hay que hacer. Mi compromiso principal es que no le pase nada a ninguno de los 20 que vamos a estar allí repartidos en dos fases. Hasta ahora nunca ha habido un accidente importante. Tengo, además, una preocupación añadida: cinco búlgaros que van a estar en un refugio abandonado, a diez minutos en zodiac de nuestra base, y que nos han pedido colaboración. Es la preocupación de saber que hay cinco personas que van a estar cerca de tí en situaciones muy precarias.

P. ¿Cuáles son los principales peligros?

R. Que se pierda alguien o que se caiga al agua.

P. ¿Qué interés tiene una base en la Antártida?

R. Nuestra base es muy pequeña [en la Antártida, hay bases como la estadounidense de McMurdo, que albergan varios cientos de personas]. El presupuesto de la base para este año es de 150 millones, más el del buque Hespérides. Algo razonable, pienso yo. España no puede gastarse el dinero que no tiene. No aportamos unos medios extraordinarios, pero, a pesar de eso, la investigación científica que estamos llevando a cabo es de calidad y prestigia al país internacionalmente. No es una investigación espectacular, pero sí como para sentimos orgullosos de ella.

P. ¿Cómo es la base?

R. Modesta, cómoda y muy moderna. Gracias a eso, es una de las menos contaminantes con el entorno. Hay algunas, como las antiguas rusas, de los años cincuenta, que son un problema por los residuos que producen.

P. ¿Quiénes son sus vecinos?

R. A quince millas está una base chilena. Y a unas ocho horas de navegación, en la Isla del Rey Jorge, donde está el aeropuerto operativo todo el año, hay instaladas unas doce bases.

P. ¿Tienen muchos contactos con ellos?

R. Por radio. Y sobre todo en fechas como Navidad.

P. ¿En qué aspectos científicos ha insistido más España o está más avanzada?

R. Hemos realizado un programa sobre líquenes y musgos en colaboración con Alemania que ha usado una tecnología muy puntera y cuyos resultados son muy satisfactorios. También hemos hecho grandes cosas, en geología del cuaternario y retroceso de glaciares. Este año comenzamos una investigación interesante sobre el hielo y la evolución de contaminantes. Tenemos estudios sismológicos muy avanzados, de movimientos sísmicos, de placas, fumarolas, vulcanología, gracias a las investigaciones en la Isla Decepción.

R. ¿Y sobre el agujero en la capa de ozono y el cambio climático?

R. Son asuntos muy difíciles de tratar en un periódico. Son muy complicados, no hay datos definitivos. Y son investigaciones para las que hace falta muchos años y mucha colaboración de científicos de muchas disciplinas. Sobre la pérdida de grosor de la capa de ozono, hay que tener en cuenta que se produce sólo durante una semana o dos a comienzos de octubre, y no hay resultados concretos y definitivos de cómo afecta al planeta. Por otro lado, es verdad que estamos en un periodo de retroceso de glaciares y que el año pasado la expedición española se encontró con unas temperaturas anormalmente poco bajas, pero eso no quiere decir en absoluto que estemos ante un cambio climático. Determinados efectos pueden ser contrarrestados. La naturaleza suele buscar equilibrios.

P. Su optimismo contrasta con las visiones apocalípticas.

R. A comienzos de siglo ya había apocalípticos. Decían que el aumento de CO2, era tal que en. los años cuarenta íbamos a estar achicharrados.

P. Y no fue así. ¿Por qué?

R. Porque no contaron con la tremenda capacidad para actuar como sumideros de CO2, de los océanos.

P. ¿Cierto alarmismo puede justificarse por su labor de concienciación de la sociedad?

R. Como educación ecológica es interesante. No digo que no.

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