EE UU y los países asiáticos se comprometen a encabezar la recuperación económica mundial

Los dirigentes de los 15 países de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) se comprometieron ayer en la cumbre de Seattle a asumir el liderazgo para el crecimiento mundial y a reducir las barreras comerciales, actuando como una comunidad de intereses compartidos, aunque no respaldaron la propuesta norteamericana de convertir la APEC en una estructura formal de cooperación ni asumieron obligaciones en el orden político o de derechos humanos. El presidente norteamericano, Bill Clinton, declaró que la reunión había sido "un éxito".

El presidente estadounidense vaticinó que los resultados de esta cumbre facilitan la consecución de "un buen acuerdo" para concluir la Ronda Uruguay el 15 de diciembre próximo.Bill Clinton, que actuó como portavoz del grupo, dijo también que Estados Unidos y Japón han asumido sus responsabilidad de "promover de forma coordinada la recuperación económica mundial" y aseguró que "antes de junio o julio próximos" esos dos países "harán las cosas que tienen que hacer" para garantizar el desarrollo económico dentro de mercados abiertos.

El documento final de esta histórica cumbre, la primera que celebran los líderes de las más prósperas naciones de la Tierra, asegura que la APEC "refleja la emergencia de una nueva voz que hable por la región Asia-Pacífico en el mundo". "En la medida en que nos preparamos para entrar en el siglo XXI, creemos que nuestra dinámica región, que representa el 40% de la población mundial y el 50% de su Producto Nacional Bruto, desarrollará un papel importante en la economía global y dirigirá el camino hacia el crecimiento económico y la expansión comercial", afirma el texto del comunicado, que lleva el nombre de Visión Económica de los Líderes de la APEC.

El resultado final de la reunión sobrepasa en algo las expectativas de los últimos días, pero todavía no alcanza lo perseguido por Estados Unidos, que pretendía convertir la APEC en un cuerpo formal de cooperación al estilo de la Comunidad Europea.

En la conferencia de prensa que siguió a las tres horas y media de conversaciones en el paradisíaco escenario de una isla situada a unos 15 kilómetros de Seattle, Bill Clinton subrayó que los dirigentes de la APEC "no han convertido ese foro en una estructura legal, pero sí en una comunidad que comparte intereses y deseos de cooperación mutua".

Políticas abiertas

El presidente norteamericano dijo que la reunión había sido un éxito porque todos "han estado de acuerdo en que la región Asia-Pacífico tiene que estar unida, no separada, y han estado de acuerdo en que hay que elaborar políticas económicas abiertas, no cerradas".

Al término de las conversaciones, los líderes de la APEC, todos ellos vestidos con ropa deportiva acorde con el escenario del acto, una réplica de un poblado indio, aparecieron junto a Clinton en la lectura del comunicado final. Ese documento trata de obviar las diferencias políticas entre EE UU y varios de los participantes, gobernados por regímenes con bajos niveles de democracia. El texto de la declaración afirma que la APEC comparte la visión de "estabilidad, seguridad y prosperidad", pero no menciona las palabras democracia y derechos humanos.

Los resultados de esta cumbre podrían ser inicialmente valorados como un punto intermedio entre las ambiciones de EE UU, que quiere una mayor involucración dentro de una organizaciones con obligaciones y derechos, y los países asiáticos, que sospechan que el Gobierno norteamericano pueda utilizar la APEC como un instrumento de presión política.

La estrella de esta cumbre, el presidente chino, Jiang Zemin, cuyo régimen es la máxima representación de la contradicción que pueda darse entre cooperación económica y política, prometió que su país será "una gran fuerza para la paz, si no se le margina". En otras palabras, sugirió que el mundo dé por cerrado el caso Tiananmen.

Pese a no ver satisfechas todas sus aspiraciones, el presidente Bill Clinton puede apuntarse un éxito con esta cumbre, que, unida a la reciente ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC), deja al presidente norteamericano en una excelente posición para presionar a Europa de cara a un acuerdo en el GATT.

La conferencia de Seattle ha fijado una serie de reuniones de ministros de Exteriores y de Economía, así como ha definido una amplia gama de intereses compartidos que, de alguna manera, garantizan el robustecimiento de este foro, surgido hace cuatro años.