Mujer y filosofía
El artículo Ellos y ellas, de Inmaculada de la Fuente, publicado en este diario el domingo 31 de octubre, se refería a las dificultades para la profesionalidad de los estudios femeninos, al ejercicio de una ingeniero de caminos desde el año 1989, a las agrónomas, a trabajos intelectuales sí, pero no menos ejecutivos y directa o indirectamente empresariales, duros o, cuando menos, tradicionalmente "viriles". En relación con ello considero que constituye un prejuicio dar por supuesto que las mujeres están menos dotadas que los varones para el pensamiento y la reflexión. Más intuitivas, por lo general, que nosotros suelen estar asimismo no menos dotadas de sentido ético.Cuando yo estudié y no digamos cuando enseñé, las estudiantes femeninas de la Facultad de Filosofía y Letras eran ya muchas más que las de cualquier otra facultad o carrera. Y no sólo en "Letras también en Filosofía. Y profesor ya, tuve alumnas admirables, en España tanto como en América. Pero solamente algo más tarde empezaron a ocupar cátedras. Cátedras de Filosofía en general, ciertamente, pero en especial de Ética. Pienso en nombres como los de Victoria Camps, Adela Cortina, en Galicia Esperanza Guisán, en Cataluña Margarita Boladeras. Algunas otras, como Amelia Valcárcel por ejemplo, no han llegado a la cátedra todavía, precisamente porque suscitan recelos y se las ve como "demasiado" importantes desde un punto de vista machista. La decana en Madrid de las catedráticas de Filosofía es, sin duda, Celia Amorós. Y sin duda también, ayudada ciertamente por influencias ajenas a la filosofía, la decana española de la filosofía ha sido Mercedes Torrevejano.
Olvido nombres sin duda -es un achaque de la vejez-, pero los citados son suficientes para acreditar la gran presencia actual de la mujer en la filosofía española. Voy a agregar, sin embargo, una más, Ana Lucas, aparte de dedicar como motivación del presente artículo mi reflexión sobre el último y muy reciente libro de Adela Cortina. Entre tantos nombres femeninos y filosóficamente importantes hasta ahora no mencionados faltaba el de Ana Lucas, profesora de la UNED de Madrid, que a mi juicio lleva camino de hacerse la más concienzuda estudiosa de Walter Benjamin, al cual acaba de volver con una introducción al libro La metafísica de la juventud que, además de constituir un excelente prólogo, consiste en una selección, llevaba a cabo por ella misma, de artículos juveniles del autor, juveniles en su doble sentido: porque todos, en mayor o menor medida, se refieren a la juventud y porque fueron escritos durante la juventud del autor. Introducción larga, casi la cuarta parte del libro, y sumamente lúcida.
El libro, nos dice su introductora, puede dividirse en tres partes: la primera y más extensa, pues comprende ocho artículos tan importantes como el de lo que llama el "socialismo individualista", la revolución escolar-cultural y su relación con la Jugendbewegung (recuérdese a Stefan George), el rol de estudiante como "diletante" o "correa de transmisión entre la vanguardia y el público", la ilustración en su relación con la religión, la crítica del progreso, la relación entre la conversación y el silencio y el papel de la mujer en la forma de creatividad que esa relación constituye.
De la reflexión filosófico-social pasa a la poética en su estudio de dos poemas de Holderlin, y de ésta, pasando por Sócrates, en la tercera etapa nos da el anticipo o adelanto, que luego desarrollaría ampliamente, de la distinción del drama barroco con respecto a la tragedia griega.Y dicho esto llegamos, por fin, al examen, inevitablemente rápido, del denso libro que me ha movido a escribir este artículo, el de Adela Cortina Ética aplicada y democracia radical. Es, a la vez, uno y dos libros. Puede leerse como el estudio metódico de lo que suele llamarse "democracia auténtica" y ella denomina "democracia radical", estudiada en las dos primeras partes muy detalladamente en sus antecedentes y en su radicalización, y en la tercera como su realización a través de la ética aplicada; pero también puede tomarse esta última parte por separado, considerándola como una ética aplicada en general y no solamente a la democracia.
La tesis, por decirlo así, de la que arranca la obra es para rechazarla, la de la "confundente identificación entre lo social y lo político". La política es, ciertamente, una de las dimensiones sociales, pero no la única, y su absorción de todas las demás conduce al "imperialismo político".
No, pues, politicismo ni tampoco economicismo, sino ética aplicada a la política e intento no de "formar hombres para las instituciones", sino, al contrario, "organización social y política a la altura de los hombres"
El problema de la legitimación del Estado recurriendo a la ficción de que es el pueblo quien gobierna también es estudiado, pero considerándolo, de acuerdo con Popper, mucho más como cuestión técnica que ideológica. Y el planteamiento de Hume y su corrección por su discípulo Adam Smith es tomado en consideración: ética como "egoísmo racional" sería la posición de. la economía, en tanto que ética es solidaridad. Y la intersubjetividad como anterior a una "génesis principal del sujeto" fue ya una afirmación de G. H. Mead que hace suya la autora.
La síntesis, un socialismo democrático liberal, es lo que Adela Cortina denomina "hibridismo", que lleva a cabo "cruzamientos de distintas especies con el objeto de conseguir una mejora".
En suma, "libertad política para garantizar la libertad real", "sociedad pública" que puede ser "política" o "civil", "sociedad civil" previa a la "sociedad burguesa". Y dos dimensiones del "yo", su autonomía personal activa de mínimos, es decir, "lo justo", y "autonomía individual de mínimos", es decir, "lo bueno".
Repárese en que no he hablado hasta ahora más que del primer libro de los dos que, a mi entender, contiene la obra. Por diversas razones apenas diré unas poquísimas palabras sobre el segundo, por diversas razones, sí: falta de espacio, menor interés para la mayoría de los lectores, aunque no para mí, importancia fundamental del libro en la actual coyuntura política.
La autora nos da cuenta de que la filosofía en general, tras los denominados "giro lingüístico" y "giro pragmático", se ha colocado en una relación sumamente estrecha con la ciencia, dependiendo hasta cierto punto de ella y, a la vez, criticándola. Y que, dentro de la filosofia, la ética se está concentrando, cada vez más, en "ética aplicada", aplicada a la ciencia en tanto que tecnociencia, y no menos a los problemas de la democracia, tratados en la primera parte de este libro o primer libro de este volumen.
Volumen que es excelente ejemplo de la participación de la mujer española en la filosofía actual. José Luis Aranguren es ensayista y filósofo.
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