Más allá de las tasas
Es cierto que quien no posee un título universitario encuentra muchos más problemas a la hora de introducirse en el mercado laboral. Pero ¿acaso en un futuro, ya presente, el / la universitario / a va a encontrar posibilidades en este sentido? Un ejemplo: las administraciones del Estado, autonómica y local, se encuentran saturadas de universitarios que no están aplicando unos supuestos conocimientos aprendidos en la universidad. El Estado se resiste a pagar un monto excesivamente alto para la preparación de futuros parados, funcionarios y subcontratados. ¿Es un derroche? Simplemente es un desatino. Nos encontramos con una institución inoperante y momificada. Su objetivo no es tanto la sociedad como sí misma. No hay más que pasarse por cualquier universidad. Se nos presenta una desolación donde toda supuesta referencia a los conocimientos tanto adquiridos como otorgados se muestra a los ojos de la comunidad universitaria como si de una locura, anacronismo o absurdo se tratara. Así se comprende que la investigación quede convertida en un puro trámite académico o en un mero intento de engrosar un currículo. La investigación queda relegada, y me refiero a los mismos profesores de universidad, a unos pocos esfuerzos individuales estrangulados hasta la misma expiración. Sea profesor o alumno, todo individuo que pase por la universidad se verá relegado al papel de mero caminante de pasillos y despachos para poder mantener o conseguir un contacto futuro con tan magna institución, prostituida en aras de la desidia y de la burocracia.El profesorado se encuentra en una situación de funcionariado; el alumnado, con la mentalidad de colegio. La universidad no es un ministerio, no es la escuela o el instituto. La universidad debe y está en la obligación de hacer sentir una forma de vida distinta. Ése es el gran privilegio que debería aportar. Vivirla como centro de cultura, ciencia e intelectualidad crítica, no como un mero recuerdo de juventud o como lugar de trabajo burocrático a base de crear una actividad fagocitadora que no lleva más que a la necrosis misma de la institución.-
Doctora en Historia Moderna por la Universidad Autónoma de Madrid.
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