Los agricultores y los ganaderos

Una vez más, desde la penumbra y la hermosa humedad que contagia los campos de la España nuestra, el que suscribe apela a su digno periódico para hablar sobre la piel de toro que nuestros agricultores y ganaderos bañan con su esfuerzo, y del que los urbanitas, ésa sí que es mayoría, apenas si saben, y lo que es peor, no comprenden.Es cierto que vivimos inmersos en los avatares de Europa y que en todas las situaciones nos interpelan, pero es evidente también que tenemos peculiaridades que nos hacen, si no diferentes, al menos distintos, y eso, que parece trivial, es materia poco menos que olvidada por nuestros dirigentes agrarios. Ya es fácil pasearse por los campos de nuestro país y observar que el panorama de nuestros cultivos se aleja del que fue antaño. No se trata de añorar, ni mucho menos mirar hacia atrás con ira. Lejos de mi ánimo cosa semejante. Pero lo cierto es que quisiéramos las mismas ventajas para nuestros hombres y mujeres del campo que para los que de forma más o menos consciente deambulamos por las ciudades grandes y pequeñas, de espaldas la mayoría de las veces a las inquietudes de muchos compatriotas que se afanan por sacarle frutos a la madre naturaleza y generosamente brindar sus consecuciones a todos, porque todos somos en el fondo beneficiarios de las mismas.

Señor director, abra sus columnas a los problemas de nuestra agricultura, deje la palabra a los que muchas veces también tienen algo que decir y olvide las posiciones economicistas. El talante de muchas personas, ensimismadas entre los problemas de cada día, mirando a veces la tierra y a veces las "directrices y reglamentos de la CE", agradecerá su interés por sus problemas, y otros, como el que suscribe, encontrarán la satisfacción de que no todo es esta forma tan peculiar de enfrentarse a la vida, sino que aquí y ahora hay otras miradas que enriquecen este estado de cosas en el que cotidianamente nos movemos.-