Nos habíamos amado tanto...
Nerio Nesi escribe la crónica de la patrimonialización del Estado italiano por los partidos
Banchiere di com lemento (Banquero por accidente), el libro del ex presidente de la Banca Nazionale del Lavoro, Nerio Nesi, escrito en paralelo con la crisis del sistema de la tangenti (corrupción) en Italia, se ha convertido, a pocas semanas de su publicación, en una pieza clave para entender uno de los capítulos más desgarradores, aún sin cerrar, de la historia italiana. Nesi eleva su voz individual como metáfora de la sociedad. Si el cineasta Ettore Scola había retratado en C'eravamo tanto amati (1974) -título original del filme comercializado en España bajo el nombre de Tres hombres y una mujer- el itinerario político y social de cuatro amigos desde la II Guerra Mundial hasta los años setenta, Nerio Nesi habla de la Italia prerrevolucionaria (pretangente) desde su puesto de "manager al servicio del país".El interés de estas memorias no se deriva sólo de que en Italia tiene habitualmente lugar la avant première de los sistemas políticos europeos sino del hecho de que el epicentro del libro de Nesi es el Partido Socialista Italiano y su degeneración política a partir de su penetración en las instituciones del poder y del Gobierno. La crónica de su paso por Olivetti, las cajas de ahorro regionales y, finalmente, su ascenso al que fuera el banco de la logia P-2, de Licio Gelli, la Banca Nazionale del Lavoro, es al mismo tiempo una crónica de la patrimonialización de las instituciones económicas y las empresas públicas italianas por los partidos, principalmente el PSI y la Democracia Cristiana.
Nesi dimitió de su condición de afiliado ante la Asamblea Nacional del PSI el 23 de noviembre de 1992, 22 días antes de que Bettino Craxi, secretario general del partido, recibiese la carta de acusación por delitos de corrupción de la Magistratura de Milán. Después de 32 años, tras haber pasado por el comité central y la dirección nacional, Nesi ataca a Craxi y a sus sucesores: "Aquellos", dice, que han asumido ahora la dirección de la rebelión son, en gran parte, los mismos que, durante años, han adherido sin reservas, interesadamente, a la política y al comportamiento del secretario: son de poco fiar".
La recta final que recorre Nesi comienza el 4 de agosto de 1989. Ese dila, el presidente del banco más importante del país, de mayoría pública, es informado por el banco central, el Banco de Italia que el FBI norteamericano ha ordenado una inspección en la filial de la BNL en Atlanta, Estados Unidos, a raíz de unos créditos presuntamente irregulares concedidos a Irak, cuyo valor, según informaciones posteriores, asciende a 2.200 millones de dólares. Algo más de un mes después, una campaña coincidente del nuevo ministro del Tesoro, Guido Carli, y del secretario general del PSI, Bettino Craxi, espoleada por la prensa italiana, acaba con Nesi, que presenta, el 7 de septiembre de 1989, su dimisión. Según el acta del Consejo de Administración de la BNL de ese día, "el presidente observa que jamás se ha visto una campaña de prensa de proporciones tan grandes contra un banco como la que se ha desencadenado contra la BNL. Un día, cuando se escriba la verdadera historia de estas semanas, se podrán entender las razones de esta agresión".
Según los estatutos de la BNL, ni Nesi ni el Consejo de Administración del banco público asumían responsabilidades de gestión, que descansaban sobre el equipo ejecutivo coordinado por el director general, Giacomo Pedde. Mucho antes de que las investigaciones terminasen por mostrar que el affaire Atlanta fue un asunto de política interior americana con ramificaciones internacionales -Nesi fue declarado inocente en el juicio-, el grupo que se sentía amenazado en Italia por la gestión del presidente de la BNL, y por sus planes en el sector financiero público utilizó el hecho para cargarse al presidente. Este grupo heterogéneo -Carli y Craxi en el vértice- tenía razones financieras y personales para apartar a Nesi.
"Entre las consecuencias de los acontecimientos de Atlanta que más me dolieron está el definitivo naufragio de la alianza entre la BLN, el INA (Instituto Nacional de Seguros) y la INPS (Instituto Nacional de Previsión Social)", apunta Nesi. El plan proponía la creación de dos grandes polos financieros en Italia: el polo público del Centro y el privado del Norte. Para Nesi, este proyecto formaba parte de la continuidad histórica de las ideas y propuestas del dirigente socialista Riccardo Lombardi, muerto en septiembre de 1984: la batalla de la nacionalización de la industria eléctrica, la reforma urbana, la reforma del crédito, la reforma fiscal, la regionalización, el estatuto de los derechos del trabajador, la escuela de enseñanza media única. "Todo esto en el ámbito de una idea general: la programación del desarrollo en el convencimiento de que el sistema capitalista, en el que hemos elegido vivir, debe ser complementado con fines y valores determinados y organizados según reglas que lo hagan aceptable también para las clases más débiles", señala Nesi.
El libro del banquero por accidente gana en profundidad en la descripción del PSI. Dice Nesi: "Donde el craxismo manifestó más abiertamente su tendencia autoritaria fue en la conducción del partido ( ... ). Craxi entendía de una manera moderna el PSI, como una hacienda en la que él era el administrador único ( ... ). El partido que yo conocí hace 30 años, cuando tuve el honor de ser admitido, no existe más".
Nesi conoció a Craxi en los años setenta, cuando éste era el representante de una corriente minoritaria. En octubre de 1975, ambos viajaron juntos en autobús desde París a Suresnes para asistir al XIII congreso del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en el exilio. A bocajarro, Craxi le pregunta: "¿Qué quieres ser tú de mayor?". Nesi responde: "Deseo continuar mi trabajo como dirigente industrial". Craxi tenía otros planes: "No, tú debes ser ministro". Nesi pregunta: "¿En qué Gobierno?" Y Craxi ya lo tiene claro: "En el mío". Veintidós años después Craxi es el presidente del Gobierno italiano y decide nombrar a Nesi ministro del Tesoro. La respuesta de Nesi es no. Será diciembre de ese año cuando es¡ pronunciará un no fatal, una estión que Craxi consideraría casus belli. Se trata de un amigo de Craxi, Salvatore Ligresti, empresario siciliano-milanés, que necesita financiación por alrededor de 200.000 millones de liras (unos 20.000 millones de pesetas), para "defenderse" de los grandes grupos industriales financieros. Después de estudiar la situación financiera de Ligresti, la BNL propone canalizar los fondos a condición de que una de las empresas, una aseguradora, ceda un 2% o 3% de su capital a favor de Efibanca, instituto crediticio controlado por la BNL y la Banca Popolare di Novara. Ligresti rechaza. Nesi se lo explica a un Craxi descontrolado: "¡Ya aprenderás a ser banquero!".
Una semana después de su dimisión, Nesi recala por unos días en España, su "segunda patria". En su diario anota: "Encuentro a Felipe González y Carmen Romero; veo también a Alfonso Guerra, José Ángel Sánchez Asiaín, Emilio Menéndez y muchos amigos españoles. Su acogida y su afecto son conmovedores. Nos encontramos todos juntos en La Moncloa. Carmen insiste: 'Ven con nosotros. Aquí hay gente que te quiere mucho".
En su evocación sobre González y Guerra, Nesi manifiesta su admiración por un partido que "ha coleccionado una serie impresionante de éxitos políticos y de victorias electorales", pero advierte: "Mientras escribo han transcurrido 17 años de aquel congreso y mucha agua ha pasado bajo los puentes de los ríos españoles. Muchos indicios dejan prever que ese fenómeno que ha sido la simbiosis entre González y Guerra se ha agotado. Las consecuencias para el PSOE y para España serán graves". Porque para Nesi, padrino de Alma, hija romana del visecretario general, "sobre todo Alfonso Guerra es el verdadero capo de la izquierda española". Es el tributo de Nesi, que entró al PSI presentado por Riccardo Lombardi, a Alfonso Guerra, quien nada más estrecharle la mano, en Suresnes, le dijo: "Je suis lombardien".
Nesi es tan despiadado con el PSI como genérico en su respuesta a la pregunta que él mismo se formula: "¿Qué es hoy día ser socialista?" Dice: "El PSI ha perdido toda capacidad para ejercer un papel en la vida política italiana y europea: su credibilidad ha sido prácticamente anulada, su grupo dirigente es despreciado por la opinión pública como el mayor responsable de la caída moral del país". Pero al abordar el tema de la política y el futuro, se le advierte una resignación lampedusiana.
"¿Qué queda de los viejos ideales? ¿Tenemos que declarar para siempre el triunfo del capitalismo y reconocer que el mercado y, por tanto, el beneficio son los únicos objetivos permanentes y básicos del modelo de vida hacia el cual debe orientarse el mundo, sin valores y sin reglas?", se pregunta. "Quizá sería", responde, más honesto recocer que hoy por socialista se entiende una política de mayor justicia social, sea en el interior de cada Estado o sea en las relaciones internacionales. Pero, ¿con qué medios, con qué instituciones, con qué orientaciones económicas, a través de qué poderes?". A estos interrogantes, Nesi responde con el discurso que Guerra intenta ahora elevar al rango de teoría en España: "Es necesario repensar la sociedad con la fuerza de la utopía".
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