'Que se queden'
Madrid, calle de Preciados, sábado 2 de septiembre de 1993, sobre las 20.00: un grupo de cinco artistas callejeros (italianos, para más señas), con vestimenta variopinta y colorida, con diversos instrumentos musicales extraños, comienzan a actuar y es tal la musicalidad que emiten y tan graciosas las muecas y movimientos que hacen que inmediatamente se agrupa a su alrededor mucho público. Cuando están interpretando su segunda canción aparecen dos agentes municipales, quienes, en contra del clamor popular del respetable -"¡que se queden ... !", etcétera- intentan, y consiguen, paralizar y poner fin a ese magnífico espectáculo popular (la autoridad es la autoridad ... ). Algunos de entre el público llegaron incluso a pedir "la oreja del alcalde", y yo, profano en cuestiones taurinas, me pregunté: "¿Pero qué faena habrá hecho el señor alcalde para merecer ese trofeo?". La única faena que vino a mi mente fue la su presión, por decreto de una paga extra a los funcionarios municipales, pero no creía que por eso fuesen a darle una oreja...
Sábado 23 de octubre, alrededor de las 20.00, calle Mayor: dos municipales llevan retenido a un mimo, perfecta y coloridamente caracterizado como payaso, que porta en una mano un radiocasete que le proporcionaba la música ad hoc para sus actuaciones, inocuas, simpáticas, alegres y humanas en la plaza Mayor.
¿Qué fue del Madrid Cultural 92? ¿Fue, realmente, algo positivo y perdurable, aparte de la parafernalia oficial? ¿Queda algo de sentido de lo que es la "cultura popular y callejera"? Cualquiera que haya visitado diversas ciudades europeas comunitarias -Amsterdam, Bruselas, París, incluso Londres, etcétera- habrá presenciado que los "artistas callejeros" ponen una nota simpática, alegre y humana que contrarresta, en parte, la deshumanización de las grandes urbes. ¿Es Madrid también diferente en esto?-
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