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Una clase política conmocionada

Las presidencias semestrales de la Comunidad Europea (CE) no han tenido mucha suerte en estos dos últimos y turbulentos años. Pero no han sido las únicas con mal fario. El infortunio se ha abatido también sobre la entera clase política europea, conmovida, además, por el suicidio del ex primer ministro francés Pierre Bérégovoy, y estupefacta por el derrumbe del sistema político italiano. Como un símbolo de la profundidad de la crisis, uno de los políticos que más ha contribuido a la actual etapa de construcción europea, el italiano Giulio Andreotti, se encuentra pillado en el gran proceso de Tangentópolis (comisiones ilegales) y acusado de ordenar el asesinato de un periodista.Durante los 23 meses de ratificación, los políticos europeos han batido auténticas plusmarcas de impopularidad. El desprestigio de las instituciones comunitarias ha ido también aumentando al mismo ritmo. Los países de la ampliación (Austria, Finlandia, Suecia y Noruega), con opiniones públicas divididas, se han ido decantando en casi todos los casos en contra de la incorporación a la Unión Europea. El referéndum suizo, en diciembre de 1992, en el que se rechazó la incorporación al Espacio Económico Europeo, una especie de antesala de la CE, fue indirectamente otro golpe contra Maastricht. Hizo pensar, además, que la CE se arriesga a sufrir varios revolcones más en manos de los países candidatos.

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El trauma de Maastricht

Las cifras de paro han ido también creciendo casi al ritmo en que los distintos países iban ratificando. Cuando empezó a asomar la crisis, todo el mundo la minimizó dando por hecho que en el siguiente semestre empezaría la recuperación. Luego se aseguró que se hallaba ampliada por las dificultades políticas. Al final está en el centro de todas las preocupaciones europeas y se ha convertido en estructural.

Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea, explicó como una buena noticia, hace tres semanas, que Europa todavía podía crecer. Pero a partir de 1996. Es decir, cuando Maastricht debe ser revisado, según prevé el tratado.

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