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Acribillado un Jefe de policía en Egipto

La teoría del presidente egipcio, Hosni Mubarak, de que su Gobierno prooccidental ha derrotado la insurrección islámica se tornó aún más insostenible ayer cuando pistoleros musulmanes asesinaron al jefe de policía del pueblo de Qena en una emboscada callejera a plena luz del día. El brigadier general Mahmud al Dib se convirtió así en el segundo alto oficial de rango muerto en el Alto Egipto en los últimos tres días a manos de extremistas musulmanes en guerra contra el régimen."El general Mahmud al Dib, jefe de investigaciones en el departamento de seguridad de Qena se dirigía en coche a su despacho, con dos policías de escolta, cuando unos desconocidos armados abrieron fuego contra el vehículo y le causaron la muerte en el acto", señala el informe oficial. Añade que los dos policías y dos civiles que pasaban por la zona fueron alcanzados por las ráfagas de ametralladora. Tenía, evidentemente, los días contados. Al Dib dirigía, personalmente los interrogatorios de prisioneros integristas.

Uno de los guardaespaldas se encuentra en estado crítico en el hospital de Qena, 390 kilómetros al sur de la capital egipcia.

Pero entre las víctimas de ayer también se podría incluir la credibilidad de Mubarak, que, en el momento de la emboscada de Qena, volaba de Washington a París como parte de su campana para tratar de persuadir a sus aliados de que el ciclo violencia-represión en Egipto no puede ser comparado en magnitud y velocidad con la crisis de Argelia.

No al diálogo

Poco antes, en una entrevista con el diario francés Libération, Mubarak había descartado categóricamente la posibilidad de iniciar -como aparentemente se le está aconsejando- un diálogo con los grupos integristas musulmanes a fin de tratar de contener la escalada de violencia."Jamás legalizaremos sus partidos. Nunca haré concesiones a los islamistas", dijo Mubarak a Libération. En Washington, antes de la matanza de tres extranjeros en el hotel Semíramis Intercontinental de El Cairo, el presidente egipcio había descrito su país como "el lugar más seguro del mundo". El Gobierno insiste en que ese atentado fue obra de un demente, no de un miembro de las organizaciones que libran desde hace año y medio una guerra abierta al turismo.

Los asesinos del general Mahmud al Dib no han sido capturados. También permanecen prófugos los pistoleros que acribillaron al teniente coronel de la policía Abu Baker Azmi Abu Salem, muerto en el balcón de su casa de Abu Tig, en Alto Egipto, el pasado martes.

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Los militantes islámicos tienen su bastión en Alto Egipto, pero han hallado terreno fértil en los barrios miserables de la capital. Su campaña es combatida sin contemplaciones. En los últimos meses, la policía ha detenido a centenares de miembros de la Gamáa al Islamía (Agrupación Islámica) y, según organismos defensores de derechos humanos, muchos de ellos han sido sometidos a torturas.

Más de 210 personas han muerto a consecuencia de la violencia política en Egipto desde marzo del año pasado.

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