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El Parlamento Europeo aprueba un plan de reforma del SME con la oposición de la Comisión

El Parlamento Europeo aprobó ayer una resolución en la que propone reformar el Sistema Monetario Europeo (SME) creando un sistema llamado de 'doble ancla' que haga girar al mecanismo europeo de cambios en tomo al ecu y al marco alemán. La respuesta, impulsada por el diputado socialista, portugués Joao, Cravinho, fue rechazada por el comisario de Asuntos Económicos, el danés Hennig Christophersen. Para la Comisión, la propuesta es incompatible con Maastricht y puede abrir un ciclo de incertidumbre y desconfianza de los mercados financieros hacia el ecu.

El sistema que defiende el Parlamento Europeo exige una relación estable entre los tipos de cambio del ecu y del marco alemán (en tanto que moneda más fuerte del mecanismo de cambios del SME). Esta estabilidad cambiaria se lograría a través de las intervenciones combinadas del Bundesbank y del futuro Instituto Monetario Europeo (IME) o" en sentido contrario, una intervención del resto de bancos centrales en apoyo de sus divisas. El objetivo cambiario es volver a definir el ecu cada vez que se produzca un realineamiento para que el tipo de cambio del ecu permanezca estable respecto al marco.Este papel de intervención del IME es uno de los puntos de fricción de la propuesta de la cámara, ya que en la práctica viene a acelerar la segunda fase de la unión monetaria. El IME, con objeto precisamente de mantener estable el cambio del ecu frente al marco, tendría capacidad para administrar una parte de las reservas.

El documento, que entronca aquí con la vieja propuesta española de crear un fondo de divisas común para enfrentarse a los movimientos especulativos, se apoya en el artículo 6.4 del Estatuto del IME para defender la creación de este fondo, para el que propone que los estados miembros aporten el 20% de sus reservas de oro y el 20% de sus reservas de dólares. El artículo 6.4 señala que el IME "tendrá derecho a poseer y gestionar reservas de divisas como un agente para los bancos centrales nacionales y a petición de éstos".

Hostilidad

La propuesta de Cravinho, que no es vinculante y sólo tiene efectos de recomendación, fue aprobada con el apoyo de 153 eurodiputados, la oposición de 117 y la abstención de 30. La Comisión Europea ha recibido esta propuesta con abierta hostilidad. El comisario Christophersen intervino ante los eurodiputados para advertirles que los servicios jurídicos de la Comisión creen que este sistema es contrario al Tratado de Maastricht y que este no es el momento más adecuado para impulsar reformas del Tratado, precisamente en vísperas de su entrada en vigor, el próximo 1 de noviembre.

Según Christophersen, una reforma del Sistema Monetario Europeo que ligue al marco y al ecu debilitaría la confianza de los mercados financieros en el ecu en un momento en que éste ya ha sido percibido como "un paraíso seguro" en medio de la tormenta. El comisario, sin embargo, admitió la necesidad de «construir un sistema muy fuerte" y reconoció que "el comienzo de la segunda fase de la unión monetaria [el 1 de enero próximo] es una buena ocasión para discutirlo".

El eurodiputado Cravinho rebatió las críticas de la Comisión, a la que acusó de pasividad. "El mérito del informe es plantear el problema político del mal funcionamiento del sistema monetario", declaró cuando ya había sido aprobado su informe. "Esta es la función del Parlamento Europeo y ahora les toca tomar la iniciativa al consejo de ministros y a la Comisión Europea", añadió. Cravinho advirtió que esta iniciativa no caerá en saco roto porque el Parlamento Europeo tendrá capacidad para pedir cuentas al ejecutivo comunitario gracias a la ampliación de competencias que supone la inminente entrada en vigor del Tratado de la Unión.

La iniciativa de los eurodiputados. -apoyada por el ala izquierda de la cámara- comenzó a fraguarse en julio de 1992, para estudiar las causas de la tormenta monetaria. El informe admite la "relativa estabilidad" aportada por el SME en sus primeros 15 años de existencia, aunque señala que desde los primeros años de la década de 1980 "la globalización de las actividades financieras, de capitales y de inversión y la desreglamentación de los mercados han puesto fin a la eficacia de los controles de capital, han agravado el problema del control de la oferta monetaria, han influido en la determinación de los tipos de cambio y han alimentado la especulación".

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