Un radar anticuado, culpable del fracaso parcial del lanzamiento del cohete español
El segundo lanzador se quedó en tierra, en previsión de que se repitiera el fallo
Un radar anticuado, del tiempo de la guerra de Corea, fue el responsable de que no tuviera éxito el lanzamiento de los dos cohetes españoles previsto para la madrugada del viernes desde la base de El Arenosillo (Huelva), según ha podido saber este periódico. Aunque el primer cohete fue lanzado sin problemas a las 2.46, el radar no lo siguió adecuadamente en su trayectoria inicial, por lo que se perdieron gran parte de los datos sobre el comportamiento del propio cohete (precursor de un lanzador mucho más ambicioso, el Capricornio) y del experimento científico que portaba. En la versión oficial no se citó este fallo.
El fallo del radar no fue citado por el secretario de Estado de la Defensa, Antonio Flos, ni por los responsables del Instituto Nacional de Técnicas Aeroespaciales (INTA), fabricante del cohete, al anunciar una hora después que no se iba a realizar el segundo lanzamiento, previsto para dos horas después del primero. El INTA tiene adquirido un radar automático para sustituir al actual, pero no estará operativo antes de seis meses, por lo que no es probable que el segundo lanzamiento se realice inmediatamente.Los dos cohetes, de la serie INTA 300, eran los más grandes entre los españoles que se han lanzado desde El Arenosillo. Los primeros datos recogidos por este periódico entre los especialistas indican que el apuntamiento inicial del anticuado radar ha de hacerse manualmente y que la potencia del cohete contribuyó a que el radar lo perdiera, aunque lo recuperó después. Sin seguimiento no hay telemetría y sin ésta no hay datos.
La falta de datos sobre la trayectoria y, por tanto, el comportamiento del cohete, que era el objetivo más importante de la misión, y la imposibilidad de completar el experimento científico previsto contradicen el optimismo oficial sobre el resultado del lanzamiento. Durante éste, además, según la versión oficial, se produjo un retraso en la apertura de la ojiva (que encierra la carga útil) al subir el cohete. Este defecto ya había provocado un pequeño retraso en el lanzamiento.
Cronología
Con un gran zambombazo y sobre una pequeña nube de fuego, el cohete, de casi ocho metros de largo, se elevó rapidísimamente en la oscuridad de la noche sobre la costa de Huelva, a pocos kilómetros del parque nacional de Doñana. Eran las 2.46 de la madrugada del viernes, y los técnicos, científicos e invitados que presenciaban la operación entre los pinos y las dunas de la base de El Arenosillo aplaudieron con ganas.
El lanzamiento parecía un éxito. La primera etapa se divisó claramente al desprenderse y el cohete siguió hacia arriba hasta perderse de vista. Todo el mundo abandonó su posición de observación y la mayoría se dirigió hacia el edificio de la base para escapar del relente mientras se esperaba el segundo lanzamiento.
A los pocos minutos empezaron a verse caras largas. Primero fueron los científicos, que en su pequeño despacho lleno de ordenadores y pantallas tardaron más de lo previsto en empezar a recibir datos procedentes del experimento que viajaba en la parte superior del cohete y se llevaron un buen susto. Luego, el ambiente se fue haciendo más serio. Ricardo Dorado, subdirector de programas espaciales del INTA, reflejaba especialmente en su cara el disgusto. Uno de los técnicos, totalmente abatido, anunció a los demás: "Esto se ha terminado. Recogemos".
Finalmente, cuando todavía no había pasado una hora, se confirmó oficialmente lo que ya circulaba por los corrillos: no se realizaba el segundo lanzamiento. La razón dada fue que no había tiempo porque quedaba poco para que se cerrara la ventana de lanzamiento.
Para el 'Capricornio'
La realidad, que fue surgiendo poco a poco, es que el primer lanzamiento tuvo graves problemas con el radar y posiblemente también debido al retraso en la apertura de la ojiva que encerraba el experimento, que no hacían aconsejable realizar el segundo en las mismas condiciones. Al final, la versión oficial fue que el cohete se había comportado muy bien, aunque sólo se habían obtenido datos del experimento durante la bajada del mismo, en vez de durante toda la trayectoria, pero que éstos eran muy buenos, y que se intentaría el lanzamiento en el menor plazo posible, un mes. Sin embargo, el radar automático que hubiera evitado el fallo que se produjo, ya que puede seguir cualquier cohete desde el momento de su despegue, aunque prevista su instalación, no estará operativo antes de varios meses.
Los cohetes fueron presentados por Flos antes del lanzamiento como banco de pruebas de los motores de alguna de las etapas del lanzador Capricornio, que se ha iniciado con un presupuesto de 3.000 millones de pesetas. Éste es uno de los proyectos espaciales del INTA, el conjunto de los cuales Flos definió como tecnología de doble uso con aplicaciones claramente civiles.
Enrique Trillas, director del INTA, insistió en que estos proyectos -el Capricornio, minisatélites y una base de lanzamiento en Canarias- constituyen un paquete integrado de servicios con gran futuro. Críticos del programa han señalado a este periódico que los cohetes, de combustible sólido, ahora presentados son casi idénticos a los modelos del INTA de hace 20 años.
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