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Maurras y los otros

En la parte alta de la Castellana y perpendicular a ella existe en Madrid una calle que lleva el nombre de Carlos Maurras. El Pleno del Ayuntamiento madrileño bautizó esta vía urbana hace ahora 40 años, el 21 de octubre de 1953.¿Quién fue este Carlos; qué méritos había aportado para que la ciudad le honrara dando su nombre a una calle?

En realidad, el patronímico encierra un cierto y, como se verá, sospechoso disfraz. El nombre de esta persona era en realidad Charles. Charles Maurras, fundador de la liga denominada L'Action Française, probablemente el pensador político de la extrema derecha francesa más destacado del siglo. Monárquico, nacionalista furibundo, antidemócrata virulento, antisemita convencido. Su obra y sus periódicos, sobre todo L'Action Française, tuvieron una influencia decisiva en la derecha francesa entre las dos guerras.

"Entre los lectores de L'Action Française", escribía Maurras tras la llegada de los nazis al poder en Alemania, "no había uno solo que no supiera que el enemigo número uno de su país era Alemania... Después de Hitler, ¿qué sabe? Que por delante de Hitler, en otro plano, hay otro enemigo: la República democrática francesa".

En enero de 1939, cuando los nazis ya se habían merendado Austria y Checoslovaquia pese a los acuerdos de Múnich, Maurras era así de explícito: "Nuestra política nacional está siendo asaltada en el Palais-Bourbon [sede del Parlamento] por los asalariados de Moscú, por los aliados internacionales de la banda del judío Blum, por todos los ex franceses disidentes y desertores. Las grandes democracias, apoyadas por la judería, desean llevar al matadero a unos cuantos millones de hombres. Ésa es la verdad". No es de extrañar que Maurras apoyara a Pétain tras la derrota de 1940.

Aunque sus relaciones con Vichy, y especialmente con el primer ministro colaboracionista Pierre Laval, fueron tormentosas tras la liberación, el Tribunal de Lyón le condenó a cadena perpetua el 25 de enero de 1945. Quizá el fiscal, que pedía para él la pena de muerte, había leído lo que Maurras escribiera en 1909 a propósito del fusilamiento en Barcelona de Ferrer Guardia tras la semana trágica.

"Ferrer representa sólo una opinión, se dice, pero esa opinión ha matado. Una opinión responsable de las muertes en mayor medida que la de los autores materiales. Ferrer es un intelectual, se insiste, pero los hombres de pensamiento no tienen ningún privilegio respecto a cualquier muerte. ¿Por qué no han de sufrir las consecuencias de sus actos?".

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Enfermo, fue puesto en libertad provisional por recomendación médica en marzo de 1952. En noviembre murió en Tours. Una de las últimas cartas que escribiera en su dilatada vida iba dirigida a un admirador: Oliveira Salazar.

Apenas un año después de su fallecimiento, el Ayuntamiento de Madrid le dedicaba una calle recién construida en un barrio que, unos años después, iba a ser conocido como Corea, debido a la cantidad de norteamericanos que en él fueron a instalarse (los primeros acuerdos hispano-norteamericanos se alcanzaron precisamente en ese año de 1953).

Era más de derechas que don Marcelino Menéndez Pelayo, argumento que podría explicar la decisión del Ayuntamiento franquista; sin embargo, dos datos desaconsejaban tal honor:

1. Maurras fue condenado por la Iglesia en 1926, su publicación (LAction Française) incluida en el Indice.

2. Las autoridades francesas salidas de la Resistencia le habían juzgado y condenado por colaboracionista.

Lo primero podía ser obviado, pero lo segundo no. Una tal decisión podía provocar una protesta formal de la IV República francesa ante el Gobierno. Un Gobierno, el de Franco, cuya actitud tras la liberación de Francia no había sido precisamente gallarda. En efecto, Pierre Laval, el primer ministro de Pétain, tras huir a Sigmaringen se había refugiado en España. El nuevo Gobierno francés reclamó la extradición. Franco colocó a Laval en Viena y lo entregó. Fue juzgado y conde nado a muerte. Días antes de la ejecución, se envenenó. Casi moribundo, fue atado a una silla y fusilado.

¿Qué ganas podía tener el Gobierno de Franco de reabrir un posible contencioso con Francia? ¿Quién propuso el nombre? ¿Pensaron que traduciéndolo (Carlos por Charles) pasaría inadvertido?

Pasados 40 años, quizás es llegado el momento de equilibrar el callejero madrileño en lo tocante a escritores franceses de este siglo, y puesto que se trataría de rescatar alguno de la otra orilla, con más precisión de la orilla izquierda, puede escogerse entre un buen plantel; pero si se desea alguno relacionado con España, dos nombres acuden inmediatamente a la memoria. Uno es André Malraux. "Mi francés preferido era André Malraux, verdadero idealista y hombre de gran coraje...", escribió Herbert Mathews en The New York Times.

En 1882 nació en Birkjadem (Argelia) Catherine Sintés Cardona, hija y nieta de menorquines emigrados al Sahel. Pobre hasta la miseria, cuando su padre murió, en 1907, su madre se trasladó con sus hijos, y entre ellos Catherine, a Belcourt, un barrio de Argel. Allí se casó con Lucien-Auguste Camus, un obrero salido de un orfelinato. El 7 de noviembre de 1913 Catherine dio a luz en una granja, a ocho kilómetros de Mondori, cerca de la frontera con Túnez, a su segundo hijo, al que pusieron de nombre Albert.

Albert Camus, un hermoso nombre para cualquier calle del mundo.

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