La derrota en el rostro
El escrutinio se reflejaba de manera implacable en el rostro de Constantino Mitsotakis. Cuando a,22.30 horas compareció ante los periodistas en el palacio Zappio de Atenas, el primer ministro saliente y líder de Nueva Democracia (ND) tenía los ojos enrojecidos por el cansancio y una expresión de abatimiento que no lograba camuflar su pésimo humor. El dirigente conservador se limitó a leer una breve declaración y no respondió a una sola pregunta. "El proceso de elección de un nuevo líder está abierto", dijo Mitsotakis haciendo honor a la promesa de que se retiraría de la dirección de ND si no conseguía la mayoría absoluta.Mitsotakis no evitó la desolación de la derrota por el hecho de que su hija Dora, una de las personalidades que aspiran a sucederle al frente del partido, lograra salvar su escaño por sólo 153 votos. No obstante, el clan Mitsotakis no lo tiene fácil en el nuevo escenario de este país, tan acostumbrado a las dinastías políticas.
Guerra de sucesión
Uno de los delfines conservadores, Miltiades Evert, abrió la guerra de la sucesión cuando, momentos después de las ocho de la tarde, condenó la política de la dirección de su partido y la responsabilizó de la derrota en las urnas. Entre elogios a la militancia, Evert se refirió a los dirigentes de ND: "No han sido capaces de transmitir el mensaje". "Desde ahora trabajaremos para reconstruir el partido", añadió.
Mitsotakis reiteró que la política "tercermundista" del PASOK entraña graves peligros para el futuro de Grecia. El dirigente conservador deseó la mejor suerte posible a la nueva Administración, pero inmediatamente endureció el gesto y advirtió que ND volverá a medirse en breve con los socialistas. "El pueblo nos pedirá que volvamos, y confío en que no sea demasiado tarde para evitar que las condiciones sean catastróficas", dijo.
A continuación, Mitsotakis se retiró a toda velocidad abriéndose paso entre los centenares de periodistas que lo acosaban inútilmente.
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