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Locos

Rosa Montero

Resulta que hoy es el día mundial de la Salud Mental. Si estas vagas celebraciones internacionales sirven para algo, es sobre todo para traernos a la cabeza y a la boca problemas no resueltos, situaciones de algún modo marginales que necesitan una mayor atención por parte de la sociedad. Y desde luego hay pocos mundos más marginados y desatendidos, más subterráneos y carentes de palabras que el de la locura.El simple uso del término loco/ loca en su sentido literal ya resulta tabú. Ser loco es un estigma;. estar loco o enloquecer es un terror profundo para todos los humanos, el abismo interior que nos acecha. De eso no se habla, por temor a que el diablo se despierte; y quizá sea por eso, porque tememos la locura, por lo que marginamos a los llamados locos. Y, sin embargo, pocas convenciones hay tan frágiles y tan falsas como la de la cordura. Quiero decir que la frontera de la salud mental es muy difusa y que todos ocultamos algún agujero.

Es cierto, eso sí, que hay trastornos mayores, infiernos de la mente que la ciencia ha etiquetado y que pueden tener, dicen ahora los expertos, un origen bioquímico. Sea como fuere, originan un sufrimiento intenso, agravado además por la falta de atención social. Me escriben de AMAFE, una de las 52 asociaciones de familiares de enfermos mentales que hay en nuestro país, explicándome que en el mundo hay un 1% de esquizofrénicos (400.000 en España) que necesitan centros asistenciales adecuados, terapia ocupacional, hospitales de día, toda una infraestructura e apoyo que mejoraría notablemente su calidad de vida. Pero de todo esto apenas hay nada. Por no haber, en España no hay ni la conciencia pública de la existencia del loco. Esa legión de 400.000 esquizofrénicos, por ejemplo, ¿dónde están? En las catacumbas, supongo. En el silencio.

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