_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Basuras

Por su basura la conoceréis. Madrid conserva una centenaria fama de basurero abierto. Reconocimiento mantenido, acrecentado y mejorado a lo largo de los siglos. Y desde aquellos cronistas de una ciudad de aires puros y calles impuras, donde lo que se "cagaba en invierno se bebía en verano", a las ilustradas basuras de nuestros días, Madrid habrá cambiado su cuerpo, pero no su alma. Se sigue encontrando en sus basuras.Penetrar la ciudad es conocer sus basuras. Somos lo que expulsamos, lo que arrojamos. Somos ese furtivo que, con nocturnidad, hurga entre la basura para encontrar la verdadera cara de la ciudad, su culo.

Ya nada es lo que era. Ni el Ayuntamiento, ni los basureros, ni el alcalde. No quieren dejarnos en libertad con nuestras basuras. No les importa que nuestro retrato más realista, nuestro Antonio López más verdadero, está en el vertedero de Valdemingómez.

De poco sirven las 38.750 papeleras instaladas en la ciudad, ni ese servicio encargado de los residuos sólidos urbanos, ni siquiera su pomposo Centro de Recogida y Reciclaje. Nada de eso parece sacarnos, descreídos madrileños, de nuestro obcecado orgullo en seguir instalados en una de las más destacadas dirty city de Occidente. Ya se sabe que no basta con estar sucios, además hay que parecerlo. Y, según Servimedia, vamos por mal camino. En una aséptica información se nos cuenta que en los siete primeros meses se han recogido unos 90.000 kilos de papel y cartón para su reciclaje. Eso no sería preocupante, podría ser hasta loable. ¿Pero para qué tanto reciclaje, si cientos de libros cada noche, según la noticia de agencia, terminan en el cubo de la basura?

Existe una lista de los libros basura más destacados de las últimas semanas, y encontramos en sus primeras posiciones El conde de Lucanor, del infante Juan Manuel; Cambio de bandera, de Félix de Azúa; El Aleph, de Borges; La hojarasca, de Gabriel García Márquez, o La máquina de follar, de Bukowski. ¿Quién se puede fiar de nuestra basura con una lista como ésta? ¿Quienes son nuestros selectos críticos del basural madrileño?

No es por desconfiar de los funcionarios adscritos a la Concejalía de Limpiezas, pero, señor Manzano, seamos limpios. Que sobre nuestras excrecencias no quepa la sombra de ninguna duda. ¡Por favor!, que no marginen nuestra literatura popular. También tienen derecho a no pudrirse en Valdemingómez nuestros más destacados autores de la literatura basura. Contraste, su ilustrísima, esa lista con los gustos de sus concejales más allegados. Sospecho que alguien está ensuciando sus basuras.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_