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Crítica:MÚSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El joven talento

La temporada musical madrileña quedó abierta el martes por la Asociación Filarmónica con el estreno del joven compositor Héctor Berlioz, que a los 21 años compuso una Misa solemne anunciadora de su genio que el futuro se encargaría de confirmar. La tal misa se escuchó en 1825 y 1827 en París y obtuvo un éxito considerable. Pero su autor repudió la obra y hasta aseguró que había quemado la partitura. No fue así, y, de modo casual, fue encontrada en 1991 en la biblioteca de la iglesia de San Carlos Borromeo de Amberes, por Franz Moors, modesto organista de la ciudad.Tras el descubrimiento, entraron en acción los piquetes musicológicos encabezados esta vez por Hugo McDonald, editor general de la nueva edición Berlioz, quien en un interesante y minucioso trabajo, admirablemente vertido ahora al castellano por Álvaro Marías, nos dice cuanto podemos saber sobre la Misa solemne y su aventura.

Orquesta Revolucionaria y Romántica y Coro Monteverdi

Director: J. E. Gardiner. Obras de Berlioz y Verdi. Asociación Filarmónica de Madrid. Auditorio Nacional.Madrid, 5 de octubre.

Desencadenado el sensacionalismo de la descubierta, la misa comienza ahora su carrera y, tras darse en Bremen y Viena, la hemos oído en Madrid, siempre de la mano de John Eliot Gardiner y su Orquesta Revolucionaria y Romántica, curiosa ampliación de los Solistas Barrocos Ingleses, del propio Gardiner. Con la formación instrumental, el coro británico Monteverdi aseguró una versión clara y apta desde el punto de vista informativo, de esta obra que nos anticipa material temático de otras composiciones posteriores de Berlioz (Réquiem, Sinfonía fantástica, Carnaval romano, Te deum) a la vez que deja asomar el talante original del gran romántico y revolucionario francés.

Celebridad efímera

El mismo McDonald apunta la posibilidad de que, tras una celebridad efímera, la misa retorne a la oscuridad, "destino de las obras juveniles de la mayoría de los compositores". De la inmensa creación de Berlioz hay muchas grandes obras semiolvidades que acaso merecerían en mayor medida que la misa el esfuerzo de su actualización como parte de un bien musical permanente. De todas maneras, bien venido sea el descubrimiento.De la versión de la misa, y más aún de las Piezas sacras, de Verdi, habría mucho que decir. Gardiner tiende a lo ruidoso y espectacular y penetra escasamente en las fibras sensibles de cuanto interpreta.

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