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Reportaje:

La Voz de la Paz seguirá hablando

Mediar entre los palestinos, un nuevo reto para la radio pirata del pacifista israelí Abbie Nathan

El infatigable y pintoresco pacifista israelí Abbie Nathan era el pasado fin de semana un hombre silenciado" pero feliz. El fundador de la radio pirata La Voz de la Paz, que exhortó durante años al diálogo entre palestinos e israelíes, tuvo que cerrar transmisiones el 1 de octubre tras una larga batalla legal y por falta de fondos para mantener a flote su sede en un navío. Pero acaba de embarcarse en otro proyecto que le promete amplio espacio en los campos que más le atraen: la política y los periódicos.Nathan planea ahora convertirse en mediador entre Yasir Arafat y los palestinos que rechazan el proyecto de paz. "Aunque el término mediador me queda un poco grande, eso es exactamente lo que voy a tratar de ser", declaró a EL PAíS mientras anunciaba que tratará de convencer a los fundamentalistas musulmanes que critican a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de que se sumen al plan de paz firmado en Washington el mes pasado. "La paz es demasiado preciosa como para dejarla naufragar por diferencias entre el señor presidente Arafat y el movimiento islámico Hamás".

Las intenciones de este izquierdista, nacido en Irán hace 67 años, son siempre espectaculares, pero en Israel Abbie Nathan ha dejado de ser una mera extravagancia. Al fin y al cabo, fue uno de los primeros israelíes que sostuvieron contactos con Arafat mucho antes de que el primer ministro Isaac Rabin pensara siquiera en estrechar la mano al líder palestino. Claro que esto le costó semanas de cárcel en 1989 y 1991.

Cierto, tras la firma del histórico acuerdo de Washington, Nathan se siente políticamente reivindicado, pero está economicamente al borde del abismo. "No me daré por vencido", dice. De hecho, acaba de ganar cómodamente otra batalla. Cansado de esperar que el Estado israelí le concediera una licencia para su radio emisora, Nathan anunció la semana pasada que había recabado permiso de las autoridades ambientales para dinamitar y hundir la Nave de la Paz en el Mediterráneo. Le parecía el fin más adecuado para el carguero de 54 años que durante dos décadas funcionó como sede de la radio, no lejos de la costa de Tel Aviv. En el último minuto salió al rescate el Ayuntamiento, que le ofreció espacio en una playa para instalar la vetusta nave que se convertirá empieza central de lo que algún día será "el primer museo de la paz".

A Nathan aparentemente no le agobia la deuda de 300.000 dólares que ha contraído a lo largo de los años para mantener a flote la nave y la radio. "Si es necesario voy a comenzar a vender algunas piezas de mi colección de arte", dice, "porque lo que necesitamos los israelíes y árabes es un medio que nos recuerde lo valiosa que es la paz".

Los israelíes saben que Abbie Nathan es capaz de todo. Nadie, por ejemplo, se olvida de que este ex piloto de combate utilizó su barco para, en un gesto de buena voluntad, llevar 100.000 flores a Egipto a través del Canal de Suez. Ni que organizó una exitosa campaña para recolectar ayuda para las víctimas del devastador terremoto en Armenia en 1988.

"Si tuviera mi radio estaría tratando de hacer algo por las víctimas del desastre en la India". En Israel no cabe duda de que lo que dice es cierto.

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