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Ratzinger presenta la 'Veritatis Splendor", que combate el relativismo teológico y filosófico

El Papa reafirma en la nueva encíclica la "ley natural" como base ética del hombre

La sujeción de todos los hombres,, independientemente de su cultura o religión, a una "ley natural" cuyo contenido normativo viene identificado en la doctrina eclesiástica con los mandamientos prohibitivos -no matarás, no fornicarás, etcétera- es la esencia de la encíclica Veritatis Spléndor (El esplendor de la verdad). El cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la congregación para la Doctrina de la Fe, la presentó ayer en Roma como el resultado le un intento del Papa de "lograr un consenso moral mínimo de la humanidad para salvar al ser humano".

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La encíclica, que excepcionalmente está dirigida a los obispos y trata de las bases y el carácter de la ética más que de su contenido, responde, pues, a una situación de emergencia suscitada por "una civilización unitaria tecnicista" que "prescinde de los valores". "Confrontadas con la certeza indiscutible que se da en las materias técnicas, todas las certezas morales aparecen como frágiles y discutibles", dijo Ratzinger.

De ese contexto cultural, prosiguió el cardenal, se ha derivado un "individualismo y relativismo morales" que, aun pudiendo llegar a convertirse en "destructores de los fundamentos de la convivencia y en una amenaza para la dignidad humana", han penetrado también en la teología cristiana con manifestaciones como "el consecuencialismo y el proporcionalismo".

Combatir estas expresiones teológicas es el objetivo primordial de una encíclica que, según el cardenal, "no trata en modo alguno de canonizar una determinada forma de teología, sino de aclarar los fundamentos sin los que la teología perdería su identidad". "El Papa no priva, pues, a los teólogos de la libertad que compete a su misión: la clarificación de los fundamentos no quita la palabra a la teología, sino que le abre el camino", añadió Ratzinger.

Pero Juan Pablo II se dirige también a los pensadores laicos, en la medida en que los graves problemas del mundo -"injusticia social y económica, corrupción política"- tienen una dimensión moral y "la verdad se encuentra en nuestro ser humano esencial".

Defensa del martirio

Ratzinger no consideró incompatible con esta apertura al diálogo cultural la exaltación que en la Veritatis Splendor se hace del martirio, que, dijo, no representa un maximalismo, ya que todas las culturas y religiones han valorado positivamente la resistencia suprema frente a la violación de los valores que consideran fundamentales.

El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe reconoció, en un lapsus, que el texto de la encíclica ha sido objeto de numerosas "contestaciones" desde medios teológicos católicos, y afirmó que la amplitud de las consultas realizadas para su redacción explican "el largo retraso" que ha sufrido la publicación de un texto anunciado por el Papa hace seis años.

También aceptó que "es posible que en. una redacción anterior se dijera que la infalibilidad del Papa se extiende a las materias de fe, como a las morales", pero añadió que la supresión de esa frase en la versión definitiva de la encíclica no implica un cambio fundamental de contenido.

La Veritatis Splendor afirma explícitamente que la doctrina de la Iglesia no se basa en "debates típicos de una democracia" y condena el disenso teológico "bajo formas de protestas bien orquestadas y polémicas canalizadas a través de los medios de comunicación". También anima a los obispos a tomar medidas disciplinares contra las instituciones o teólogos particulares que no cumplan su obligación de ayudar al prelado a difundir la doctrina moral de a Iglesia, según recordó ayer Zatzinger.

Contra los que critican la doctrina de la ley natural porque implica una carga de "biologismo retrasado" para el pensamiento eclesiástico, la nueva encíclica sostiene que el principio de la inseparabilidad del cuerpo y el espíritu, implícito en el pensamiento de santo Tomás de Aquino, es superior a la "mentalidad neomaniquea" que predomina en estos tiempos. Esta mentalidad, que considera al cuerpo del hombre como una exterioridad biológica" ajena a los problemas morales, implica "una visión reductiva de la naturaleza humana que se resuelve en una división del propio hombre", dijo Ratzinger.

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