Yeltsin exige al Parlamento que entregue las armas
Los sitiados disponen de 1.600 fusiles, 2.000 pistolas, lanzagranadas y cohetes tierra-tierra
Las condiciones de vida de los diputados encerrados en la Casa Blanca, sede del Parlamento ruso, mejoraron ayer, pero sólo temporalmente. La calefacción, la luz y los micrófonos volvieron a funcionar durante unas horas, así como los samovares, en los que se calienta el agua para hacer té. Pero el fruto de una negociación preliminar entre el Gobierno y el Parlamento se volvió amargo cuando los parlamentarios se negaron a cumplir con su parte en el compromiso: deponer las armas. El suministro eléctrico a la sede del Parlamento fue inmediatamente interrumpido de nuevo por la tarde. "Las negociaciones no empezarán hasta que las armas sean entregadas", subrayó por la tarde el presidente Borís Yeltsin ante las cámaras de la televisión rusa.
Lo que había sido interpretado por los mediadores religiosos como "un signo importante de que se está produciendo un desarrollo positivo de la negociación" fue considerado por el presidente del Sóviet Supremo, Ruslán Jasbulatov, como una muestra de debilidad de Yeltsin, lo que le llevó a volverse atrás del compromiso alcanzado por sus representantes de entregar las armas. Yeltsin hizo lo propio e interrumpió el suministro energético de la Casa Blanca.El metropolitano Kirill, representante del patriarca Alexi II, explicó a primera hora de la tarde que los representantes de las partes (Gobierno y Parlamento) estaban de acuerdo en que lo inmediato debía ser normalizar la situación en torno a la Casa Blanca "porque existe el temor de que las armas de dentro o de fuera puedan ser usadas de manera voluntaria o involuntaria". El uso del armamento, pro siguió, "es un peligro real que puede sumir a todo el país en un conflicto civil".
La insistencia tanto del Gobierno como de la Iglesia en poner las bases para impedir un choque sangriento tiene su fundamento en una serie de cifras que dieron a conocer ayer los responsables policiales del cerco: en los depósitos de la Casa Blanca hay 1.600 fusiles de asalto Kaláshnikov, 2.000 pistolas, 18 ametralladoras, 10 fusiles con mira telescópica y 12 lanzagranadas, a los que se sumaron ilegalmente durante los primeros días del cerco otras 20 ametralladoras, 30 Kaláshnikov y varios lanzacohetes más. Un asesor de Rutskói apuntó que incluso poseían misiles tierra-tierra.
Dentro del Parlamento siguen más de un millar de personas, según pudo comprobar ayer este periódico, aprovechando que el cerco policial se suavizó para los periodistas. Unas 160 son diputados. Lo más preocupante es que las demás, salvo el personal del Sóviet Supremo y un pequeño grupo de medio centenar, son gente que sabe utilizar las armas.
Son ex oficiales, cosacos, excombatientes del Transdniéster e incluso serbios.
Unas 400 personas han formado un destacamento que ha jurado fidelidad a su presidente, Alexandr Rutskói. Junto a ellos, hay un centenar de nazis que, con sus uniformes paramilitares, hacen sus ejercicios y saludan brazo en alto. Su cuartel está en un edificio de tres pisos, frente a la Casa Blanca, y, según uno de sus comandantes, poseen sobre todo Kaláshnikov, pero también saben usar lanzagranadas o misiles tierra-tierra si se les entregan.
Apoyado por estas fuerzas y por la seguridad de que el presidente no se puede arriesgar a provocar una matanza, Jasbulátov se mostró ayer especialmente agresivo: "El ex presidente y hoy dictador Yeltsin no dirige el país. Nunca antes había habido un vacío de poder tan grande. En estas condiciones, las regiones toman todas las palancas de poder en sus manos", manifestó. Y mostró confianza en que, después de "este periodo de transición, la Junta será echada de los sillones del Kremlin".
Un problema artificial
El líder parlamentario declaró que el problema de las armas era artificial, pues el Sóviet Supremo, como órgano legislativo superior, es el que legalmente determina la política de las Fuerzas Armadas, que se le subordinan. Jasbulátov desmintió categóricamente que no controlen a sus hombres armados en el Parlamento. "Están tratando de hacernos parecer unos criminales. Pero es al revés", afirmó. El portavoz presidencial, Viacheslav Kóstikov, también se mostró muy agresivo al conocer el rechazo del acuerdo por parte de Jasbulátov y Rutskói. A éste último le tildó de traidor por haber enviado a los presidentes de Estados Independientes (CEI) cartas pidiéndoles que "se distancien de Rusia". Consideró que los dirigentes parlamentarios son "extremistas irreductibles" que mantienen a su lado a los diputados "aterrorizándoles".
Mientras tanto, según Shchit, el sindicato militar progresista, los oficiales de bajo rango apoyaron por "aplastante mayoría las acciones de Yeltsin", pero entre la oficialidad superior "no hay semejante unanimidad". El general VIadímir Dúdnik dijo que "en los grandes estados mayores y centros docentes militares la mayoría de los altos oficiales y de los generales no apoyan a Yeltsin, cosa que declaran abiertamente en sus círculos".
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