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El 'no' de los musulmanes al plan de paz reaviva la guerra en Bosnia

El Parlamento bosnio rechazó ayer en Sarajevo, por abrumadora mayoría, el plan de paz que implicaba la división territorial de Bosnia-Herzegovina en tres Estados étnicos, con el musulmán reducido a la mínima expresión y de casi imposible viabilidad. Minutos después, decenas de granadas de la artillería de los serbios de Bosnia caían en el centro de Sarajevo, causando un número indeterminado de muertos. El fuego de las ametralladoras pesadas, hasta entonces intermitente, volvió a intensificarse.

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En una dolorosísima votación, los parlamentarios bosnios habían tenido que optar entre lo que su presidente, Alia Izetbegovic, había calificado de "la paz injusta o la guerra justa". Se decidieron por esta última. La aceptación (condicionada a la devolución de los territorios perdidos) equivalía a un no rotundo.Los diputados consideraron que el plan actual no ofrece garantías para un Estado bosnio viable y recompensa el crimen. También estimaron que su firma por parte de las autoridades bosnias tan sólo concedería un instrumento legal a las fuerzas serbias y croatas para combatir cualquier futuro movimiento de autodefensa de la población musulmana y croata en Bosnia.

El resultado refleja, además, la esperanza de que la situación en Serbia, en rápido deterioro económico y social, y las crecientes tensiones entre los líderes serbios en esta guerra (SIobodan Milosevic, Vejislav Seselj y Radovan Karadzic) los debilite y los disponga a realizar cesiones.

Como ya había hecho un día antes una amplia asamblea musulmana, los parlamentarios bosnios, reunidos en Sarajevo, se declararon en favor de aceptar el plan de paz si en nuevas negociaciones se incluye la devolución de territorios, de mayoría musulmana antes de la guerra, y la comunidad internacional, a través de la OTAN, da garantías específicas de seguridad para la aplicación del plan.

Los territorios de mayoría musulmana en Bosnia oriental y septentrional, limpiados étnicamente por las fuerzas serbias en los primeros meses de la guerra en operaciones que incluyeron matanzas de decenas de miles de musulmanes, son ahora objeto de reclamación. "Sin la devolución de estos territorios, la limpieza étnica y el genocidio serían recompensados, en contra de lo expresado en todas las resoluciones de la ONU al respecto y de la Conferencia de Londres", manifestó ayer el vicepresidente Ejup Ganic minutos después de la votación cuyo resultado le había dejado visiblemente satisfecho.

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Estas condiciones para la aceptación del plan fueron votadas por 61 diputados. Siete se declaraban en contra del plan y tan sólo cuatro se mostraron partidarios de firmarlo en su actual forma. La decisión del Parlamento bosnio equivale a un claro rechazo del plan de los mediadores internacionales David Owen y Thorvald Stoltenberg.

Amenazas serbias

La parte serbia había advertido que no está dispuesta a ninguna concesión territorial añadida a las mínimas hechas hace un mes en Ginebra. Su líder, Radovan Karadzic, había amenazado con retirar estas mínimas concesiones territoriales y utilizar "toda la fuerza y los medios a nuestro alcance" para imponer sus objetivos en caso de que las autoridades bosnias no se avinieran a firmar.

Sarajevo desafió ayer estas amenazas con la rotundidad del voto en favor de cambios fundamentales del plan de paz, que sitúa el proceso de pacificación casi en su punto de partida. El jefe militar de la Armija, de mayoría musulmana, Rasim Delic, realizó ayer un llamamiento a la población para que mantenga el esfuerzo de guerra.

Pero los conflictos han comenzado a dividir a los musulmanes y ayer 15.000 civiles del enclave de Bihac impidieron que las fuerzas leales a Sarajevo impusieran la ley marcial, decretada por Alia Izetbegovic.

Vuelta al frente

Los jefes militares y líderes locales que permanecieron en el hotel Holiday Inn de Sarajevo en espera de la votación sobre el plan de paz se despedían ayer entre besos y abrazos, antes de volver a la guerra. La inmensa mayoría estaba satisfecha con la decisión. Sólo cuatro diputados habían votado a favor de aceptar el plan que Serbia, Croacia y los mediadores internacionales quieren."Nos dicen que firmemos y nos amenazan con el invierno. Por firmar no va a venir antes el verano", decía Mohamed Filipovic, líder del Partido Liberal Bosnio, catedrático de Lógica, miembro de una vieja familia de la nobleza musulmana. "Ni el verano se adelantará ni la guerra concluiría con esta firma. Pero si firmamos ese plan tal como está, estaremos diciendo que aceptamos que nos hayan arrebatado la tierra, que aceptamos el genocidio contra nuestro pueblo y que aceptamos que la frontera de Serbia se sitúe en los suburbios de Sarajevo".

Los asistentes a las reuniones de estos dos días, de camino a la calle con sus livianos equipajes, recogían sus armas en la recepción. Muchos habrían de cruzar, en blindados de la ONU, las líneas enemigas. Los había de ciudades malditas bajo asedio, como Gorazde o Srebrenica, o de otras que ya no existen. Muchos volvían a su vida de refugiados en Tuzla o Zenica. Uno de ellos, guardando con cuidado la pistola en la chaqueta, comentaba: "Si nos quieren hacer desaparecer como Estado, si el mundo quiere legitimar el genocidio, que lo haga. Pero que no nos pidan nuestra firma para decir a las generaciones futuras que nosotros estábamos de acuerdo".

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