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FERIA DE GUADALAJARA

Una gatada

Una gatada soltaron en Guadalajara para uso y disfrute de tres figuritas de papel. Que la usaron, es evidente, mas si su disfrute consiste en la molienda de pases que perpetraron, mal concepto tienen del arte de torear y se duda mucho de que les asista una mínima torería.Tiempos atrás, a una terna cualquiera (podían ser los más modestos del escalafón), les salía una gatada como la de Guadalajara, y se la comían con patatas. Los que sentían la llamada del arte la embrujaban con el repertorio de la tauromaquia excelsa; y aquellos a quienes les daba por el tremendismo (podía ser el padre de la criatura; le llamaban Litri), se montaban encima. Los tres de la bencina, en cambio, les pegaron pases; arsa, salero. Y como además son unos cursis, se ponían a hacer posturas. El primer torucho de Enrique Ponce se caía con mirarle; en una de estas. se desplomó, hubo que levantarlo tirándole de los cuernecines y el rabo, y cuando finalmente pudo incorporarse, fue Enrique Ponce y le hizo un desplante de los llamados temerarios: la muleta plegada sobre una cadera, la otra cadera a medio descoyuntar, el pecho abombado retando lo que quedaba de toro, la mano en alto proclamando su victoria... Le faltó gritar ¡A mí la legión! Poco después volvió a desplomarse el toro y ya ni a tirones lo incorporaban las esforzadas cuadrillas pues, el pobre, sólo quería que lo dejaran en paz. Sin embargo la voluntad de los coletudos era férrea, consiguieron levantarlo, Enrique Ponce le pegó un espadazo, los peones lo marearon a capotazos, mordió el polvo, y al diestro vencedor le concedieron por esos sucesos una oreja.

Jandilla / Joselito, Litri, Ponce

Toros de Jandilla, chicos e impresentables, sospechosos de pitones, inválidos, dóciles.Joselito: estocada baja (dos orejas); estocada caída (silencio). Litri: estocada baja y rueda de peones (oreja); tres pinchazos bajos -aviso- y estocada caída perdiendo la muleta (silencio). Enrique Ponce: media tendida baja y rueda de peones (oreja); media trasara atravesada caída (dos orejas). Litri y Joselito salieron a hombros. Plaza de Guadalajara, 18 de septiembre. Tercera de feria. Lleno.

La oreja no fue ningún regalo: la pidió el público con verdadero clamor. El público de Guadalajara tenía la tarde clamorosa y no paró de aplaudir y de pedir orejas Aplaudía, sobre todo, cada vez que los toreros daban un pase de pecho. No es que esos pases emanaran particular encanto. El público de las ferias y de las corridas donde se anuncian figuras asume su rol y sabe que debe aplaudir en cuanto vea un pase de pecho. No. importa que antes no haya tenido motivo alguno de decir olé. En la corrida guadalajareña hubo faenas que transcurrieron sin que se oyera ni un solo olé, pero como ovaciones hubo muchas en correspondencia con los pases de pecho, acabaron premiadas con oreja.

El público de ferias y figuras no se crea que sólo sabe eso. Sabe también que si un torero le brinda el toro la montera ha de caer boca abajo; que en la suerte suprema, el toro ha de tener las patitas juntas; que lo importante es matar a la primer a, allá penas si el estoque hiere los indefensos blandos bajeros. En este sentido, Joselito quedó proclamado gran estoqueador. A nadie extrañó pues goza fama de especialista del volapié y se celebraron sus estocadas, aunque se le iba abajo la mano y para hacer la suerte les echaba a los toros la muleta sobre los ojos.

A una especie de becerro Joselito le dio pases reposados, y a otro tipo sardinilla que sacó casta, se los dio con crispada destemplanza y ganas de abreviar. Litri tironeó, pegó molinetes de rodillas y unas manoletinas mirando al tendido al gato sacrificado en segundo lugar, y bailó frenético con el quinto, que exhibía más cuerpecito. Ponce se hartó de dar derechazos y finalmente ayudados de fino trazo a la ruina que cerró plaza, con lo cual alcanzó la apoteosis y el éxtasis. ¡Oh, que tarde de toros dio la terna! ¡Qué tardecita, madre!

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