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LA MAESTRANZA

Broncos y astifinos

Antonio Lorca

Los novillos anunciados de Diego Garrido fueron rechazados en el reconocimiento por exceso de trapío. A la hora de buscar una ganadería sustituta, a la empresa de la plaza no se le ocurrió mejor idea que elegir la del Conde de la Maza. El asunto no tendría mayor importancia si no fuera porque se guardó un minuto de silencio en memoria del subalterno Ramón Soto Vargas, muerto en esta plaza el 13 de septiembre del pasado año, por el novillo Avioncito, de la ganadería del Conde de la Maza, precisamente. Desde luego, esta empresa no ganará ningún premio a la sensibilidad ni al detalle para el recuerdo.Además, los novillos del Con de estuvieron muy bien presentados, lucieron unas astifinas defensas, pero derrocharon casta de la mala, genio y brusquedad. Todos tuvieron estampa de toro y recibieron un duro castigo en varas. La pena fue que uno de los novilleros -Joselu- había debutado con picadores el día anterior, y otro, el cordobés Luna, está todavía muy verde. Sólo Cutiño, que repetía por la oreja que cortó el pasado día 5, tuvo una actuación seria, con valor sereno, técnica aceptable y una quietud propia de quien está preparado para mayores empresas.

Maza / Cutiño, Luna, Joselu

Novillos del Conde de la Maza, bien presentados, astifinos, mansos, broncos. Antonio Cutiño: ovación; aviso y ovación. Alberto Luna: ovación; palmas. Joselu: ovación; palmas.Plaza de la Maestranza, 12 de septiembre. Menos de media entrada.

Lo tres novilleros se enfrentaron a una novillada cornalona, astifina y muy difícil en una plaza como La Maestranza, y merecen un reconocimiento a su dignidad y a su casta. Más mérito aún después de ver lo que matan las más reconocidas figuras del toreo: cabras inválidas con los pitones cortados.

Ni Joselu ni Luna están preparados para salvar un compromiso tan complicado. El primero derrochó voluntad, pero su lote era muy difícil para sus escasos conocimientos. Se lució, no obstante, por verónicas al recibir a su primero y en un templado quite. A Luna se le cambió el semblante cuando comprobó las malas ideas de su primer novillo, pero se peleó valerosamente en el centro del ruedo. Ninguno de los dos novilleros les perdió la cara a sus oponentes, y con más ilusión que acierto, su actuación no fue lucida, pero sí torera. Hacía falta mucha experiencia para domeñar las dificultades de los novillos. De todos modos, cuando no se tiene un buen padrino o apellidos de tronío, lo que hay es esto.

Antonio Cutiño se justificó sobradamente. Volvía por un triunfo anterior, y demostró que no era un favor. Su actuación, sin ser de triunfo, fue de torero responsable, serio y cuajado. Con un valor seco y sereno, aguantó las peligrosas tarascadas de su primero, y toreó con gusto al cuarto, el único que humilló. En ambos se jugó de verdad el tipo, en una actitud impropia de estos tiempos.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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