Los serbios de Krajina lanzan un misil sobre Zagreb
HERMAN TERTSCH ENVIADO ESPECIAL El peligro de una guerra total entre los dos pueblos centrales en el conflicto yugoslavo, el serbio y el croata, se hizo ayer más inminente, si cabe, con la caída en un suburbio, de la capital croata, Zagreb, de un misil tierra-tierra lanzado por las fuerzas serbias de la autoproclamada República le Krajina. El misil, un Luna 17, de fabricación soviética, cayó a las 19.40 en el barrio de Lucko, a unos ocho kilómetros, del centro de la ciudad. Demolió el anexo de una vivienda unifamiliar y causó graves destrozos en un radio de unos 80 metros. Aunque algunas informaciones hablaban de heridos, éstas no pudieron ser confirmadas ayer.
Un cráter de unos tres metros de diámetro y uno de profundidad y una amplia alfombra de escombros de 30 metros fueron el resultado material de este primer ataque con misiles tierra-tierra que realizan los serbios, cumpliendo así una amenaza que se remonta a los primeros días de la guerra, en el verano de 1991.El objetivo político de este ataque, menos letal que los bombardeos a que la artillería serbia ha sometido en los últimos dos días a ciudades croatas como Zadar, Karlovac o Sisak, es demostrar la vulnerabilidad de la sede del Gobierno croata a represalias serbias ante los renovados esfuerzos del Ejército de Zagreb de recuperar los territorios que le fueron arrebatados en la guerra hace dos años.
Las fuerzas serbias cuentan con unos 50 misiles soviéticos Luna en posiciones que permiten alcanzar el centro de la capital croata, y ayer demostraron estar dispuestos a usarlos. Parte de ellos están desplegados en Vojnic, una localidad de la Banija croata ocupada por fuerzas serbias desde el verano de 1991. Estos misiles, avanzados y caros, no pueden en nigún caso ser utilizados masivamente. El efecto deseado es precisamente demostrar al enemigo que puede ser atacado en el corazón de su centro de decisiones.
Sangrienta amenaza
Aunque a pocos centenares de metros del cráter formado por el impacto del misil los clientes abarrotaban ayer el restaurante Evergreen, los habitantes de Zagreb se dieron por enterados del mensaje. Una mayoría de los consultados se consideran al borde de una nueva guerra con las fuerzas serbias. El jefe de las fuerzas militares de la Guardia Nacional, Zvonimir Cervenko, manifestó a EL PAÍS que "los serbios deben saber que si vamos a la guerra otra vez, ésta será terriblemente sangrienta".
También en Bosnia continuaban ayer activos los frentes de la guerra. Fuerzas musulmanas atacaron las posiciones croatas en el enclave de Vitez y Nova Bila en Bosnia central.
A Bosnia central llegan sin cesar, por otra parte, nuevos grupos de civiles y ex prisioneros de guerra musulmanes expulsados a través del frente por fuerzas del Comité de Defensa Croata (HVO). Muchos de los recién llegados a la región de Jablanica relataron haber sido sacados de los campos de prisioneros en la última semana y haber sido tratados con increíble dureza por sus captores.
Desde ser obligados a beberse su propia orina al no recibir agua durante días, hacinamiento, falta de alimentos, hasta palizas indiscriminadas, sobre todo en los días inmediatamente posteriores a la detención. Los sufrimientos relatados no se diferencian mucho de los que pasaron los prisioneros en los campos de concentración serbios en el norte y oeste de Bosnia. No obstante, y aunque los recién llegados coinciden en que también se produjeron ejecuciones, éstas no parecen haber sido rutinarias como en los campos serbios de Omarska y Manjacka.
Las nuevas expulsiones de ex prisioneros musulmanes del territorio controlado por el HVO sugieren que los croatas están liquidando o al menos vaciando parcialmente algunos de los centros de detención que controlan en la Herzegovina. El HVO sólo reconoce la existencia de tres centros de detención, en el helipuerto de Mostar, en Dretelj y Gabela cerca de Caplina.
Otras fuentes, sin embargo, insisten en que, al menos hasta hace unos días, cuando saltó el escándalo de estas prisiones croatas a las primeras páginas de la prensa internacional, existían otros varios campos de prisioneros a los que no se permitía el acceso a las organizaciones humanitarias.
Mientras, unidades del Ejército Serbio combatían contra el HVO croata y los bosnios musulmanes en el norte de Bosnia, donde lejos de la influencia de Mate Boban y los otros líderes ultranacionalistas herzegovinos, los croatas siguen combatiendo hombro con hombro con el Ejército leal a Sarajevo.
Los croatas herzegovinos se esmeran más en la limpieza étnica y en la implantación de un estado policial en la retaguardia que en los combates en el frente.
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