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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Coraje cívico

LA SIMETRÍA ha obsesionado siempre a los simples. En ella se han instalado, como postrero y ya único recurso retórico, los encargados de justificar los crímenes de ETA. "Los que piden la libertad del secuestrado, llevan años poniendo la soga a las libertades de este pueblo", dijo uno de los jefes del tinglado poco después de que se iniciaran las movilizaciones en favor de la liberación de Julio Iglesias Zamora.Sin embargo, considerar enemigos del pueblo vasco a Xabier Gereño, Andu Lertxundi, Imanol Larzabal, Bernardo Atxaga, Pello Salaburu y los demás firmantes de la convocatoria de manifestación por la liberación sin condiciones del ingeniero secuestrado ronda lo surrealista. El portavoz de Herri Batasuna, al convocar la consabida contramanifestación, ha resumido su pensamiento en estos términos: "Ellos convocan a defender la idea de España y la represión; nosotros, a defender a Euskal-Herria y la superación del contencioso". Pero considerar a Agustín Ibarrola, Luciano Rincón, y los demás firmantes, defensores de la represión revela una ignorancia insuperable. Muy pobre debe de ser la idea de Euskadi que albergan si en ella no caben Julio Caro Baroja, ni Eduardo Chillida, ni siquiera los jugadores de la Real Sociedad firmantes del manifiesto.

La simetría más frecuentemente pretendida por los que esperan beneficiarse del rescate exigido a la familia Iglesias es la que se expresa mediante la frase: "También hay presos en las cárceles". El lehendakari Ardanza acaba de recordarles que los presos de ETA lo son por decisión judicial tras haber sido juzgados con todas las garantías por la comisión de graves delitos. "Aquí el único preso político es Iglesias Zamora", ha concluido el lehendakari.

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Pero incluso, la referencia a la política es aquí exagerada. Hubo un tiempo en que ETA intentaba al menos dar explicaciones políticas a sus barbaridades. Su primer secuestro, el del cónsul alemán en San Sebastián, fue planteado como una forma de presión frente a los tribunales militares franquistas, que estaban a punto de condenar a muerte a seis activistas. Un resto de criterio político presidir la decisión de los secuestradores de liberar al cónsul justo antes de que Franco decidiera sobre el eventual indulto a los ya condenados. Los dos secuestros posteriores, los de los industriales Zabala y Huarte, todavía fueron justificados por la existencia de sendos conflictos laborales en las empresas Precicontrol y Torfinasa, respectivamente. Y antes de la primera oleada de cartas exigiendo el pago del que luego se llamó "impuesto revolucionario", a finales de los setenta, los jefes de ETA se consideraron obligados a explicar las razones que les obligaban a recurrir a esa forma de financiación. Ahora, el mensaje es mucho más escueto: "Julio, paga".

Como negocio político, el secuestro está resultando ruinoso para ETA y HB, pero eso ya no importa a los recaudadores. Lo que quieren es el dinero, no discutir sobre lo bien o mal fundado de su pretensión de cobrarlo. Saben que si aplicasen a rajatabla el punto 4 de la famosa alternativa KAS, que hace referencia a las condiciones de vida de los trabajadores, tendrían que liberar de inmediato a Iglesias, empleado -y sobrino del propietario- de Una de las pocas empresas de Guipúzcoa que han seguido creando empleo en estos años de crisis. Si consiguen cobrar el rescate será a costa de descapitalizar la empresa y poner en riesgo los 337 empleos de lkusi.

La movilización decidida y desde el primer momento de esos trabajadores ha sido determinante en la beligerancia social contra el secuestro que se ha manifestado esta vez, en contraste con la relativa pasividad de anteriores ocasiones. Esa beligerancia se ha hecho visible en la numerosa participación en las concentraciones y manifestaciones convocadas por los trabajadores o por colectivos antiviolencia, pero también en la interpelación permanente a los secuestradores y sus paniaguados defensores para que expliquen por qué han secuestrado al ingeniero, con qué derecho, en nombre de qué. Y pocas veces se ha hecho tan evidente su vacío moral e intelectual: "Primero que pague, y luego ya veremos si le dejamos en libertad o le pegamos un tiro en la nuca, como el que te pegaría a ti ahora mismo", es la respuesta que, según recogía la prensa local, obtuvo una donostiarra que les pedía explicaciones el día de la Salve.

"Tiene que ser terrible para la madre de ese muchacho saber que ha estado incubando el huevo de la serpiente", escribió aquella semana en su columna el periodista y escritor Luciano Rincón, símbolo de coraje cívico, contra el franquismo primero y contra ETA después, fallecido el mismo día que se presentaba el manifiesto por la liberación de Julio Iglesias que había suscrito junto con otros vascos a los que esas amenazas no hicieron callar.

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