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Tribuna
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Criminales

Rosa Montero

Los rusos acaban de pedir que se cree un tribunal internacional para los crímenes contra la humanidad. La idea me parece de perlas, sobre todo si se aplica en un sentido amplio. Esto es, si el tribunal no juzga sólo las carnicerías de los nacionalismos y demás horrores habituales, sino también otros delitos. Me refiero, por ejemplo, a los funcionarios corruptos de la ONU. Según el informe recién publicado por The Sunday Times, ha habido directivos de la ONU que han extraviado partidas de alimentos multimillonarias, o bien que han dilapidado el dinero en gastos personales: hubo uno que empleó 63 millones de pesetas de los fondos para refugiados en diversiones y billetes de avión de primera clase para él y su mujer. Los autores de estas tropelías concretas, demasiado notorias, fueron obligados a dimitir. Pero siguen recibiendo la pensión de la ONU: unos 20 milllones de pesetas al año.Ya sé que semejantes guarradas son bastante comunes en toda burocracia mastodóntica, pero en estos casos no se trata tan sólo de la desfachatez de unos cuantos tipejos indecentes, sino del robo de unos recursos que marcan la frontera de la muerte y la vida. Esos alimentos, esos millones que nunca llegaron a sus destinatarios, que eran paupérrimos refugiados del Cuerno de África, pudieron dejar un vacío fatal. Los funcionarios internacionales que se atreven a robar a los desheredados son unos asesinos, porque su codicia mata: cometen un crimen contra la humanidad que debiera ser juzgado ejemplarmente. Pero eso sí: aunque en la ONU haya un buen puñado de corruptos, hay que seguir dando la vara para que España destine el 0'7% del PIB a los países en desarrollo, porque un mal gestor no indica que la gestión sea innecesaria. Sólo indica que hay que exigir más, controlar mejor... y castigar más duro.

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