Atrapada en bajadas de bandera
Una periodista extranjera camuflada de turista es estafada por 23 de los 35 taxis que cogió este verano
"Ésta es la avenida de América. Llegamos al centro de Madrid". Un taxista de 25 años con vocación de guía turístico. El hombre, que conduce el vehículo número 07896, es simpático; un guía perfecto que repite frases cortas de sencilla sintaxis y se ayuda con un exagerado lenguaje gestual: "La calle Serrano. Aquí están las tiendas más caras de Madrid. Sólo para mirar, no para comprar. ¿Entiendes?".También el servicio resultó caro, como los comercios de Serrano. Al llegar a la plaza Mayor el taxímetro marcaba 3.335 pesetas, lo que, con los suplementos, completó un precio final de 3.760 pesetas. El conductor había incluido el suplemento, correcto, de 300 pesetas por acudir al aeropuerto, pero añadió 125 pesetas más por las dos bolsas que portaba la turista cuando el precio fijado oficialmente es de 50. La exagerada tarifa fue aplicada, además, incorrectamente a una bolsa de mano -no se cobra- a otra que tampoco alcanzaba las medidas establecidas por las ordenanzas -55x35x25 centímetros- Para rematar la faena extendió un recibo falso en el que no figuraba el número de licencia y en el que estampó un indescifrable garabato por firma.
Las infracciones de este taxista son de suficiente envergadura como para ver suspendida su licencia por un año. Cometió tres faltas muy graves- usar un taxímetro que corría extraordinariamente (el trayecto, según informa un folleto municipal imposible de encontrar para el turista no avisado, suele costar la mitad); cobrar un suplemento injustificado y entregar un recibo no válido.
Despedida amistosa
Tras cobrar la abultada factura, el taxista bajó del coche, abrió la puerta a la pasajera y explicó amablemente cómo realizar a pie el pequeño trecho que aún la separaba de la plaza Mayor. Se despidió amistosamente: "Buena estancia en Madrid".
Durante la última semana de julio y las tres primeras de agosto, esta periodista extranjera tomó con ánimo profesional 35 taxis desde distintos puntos de Madrid. El resultado -hay 15.500 taxis en la ciudad- carece de valor estadístico, pero curiosamente mantiene la misma proporción observada ya por EL PAÍS el pasado mes de febrero: un total de 23 taxistas tomaron el pelo a la supuesta turista para embolsarse, en ocasiones, irrisorios pluses. En febrero, varios periodistas de este periódico tomaron también 35 taxis, 22 de los cuales cometieron faltas denunciables. Entonces, como ahora, un 35% de profesionales del taxi realizó su trabajo con total corrección.
La prueba del trayecto corto fue igualmente desastrosa. La extranjera tomó un taxi en la estación de Chamartín y mostró al conductor la anotación de la calle de destino -Carmen Sánchez Carrascosa-, muy cercana a la terminal de Renfe. El hombre -licencia número 07884- bajó primero la bandera y luego bajó del coche argumentando que no sabía dónde estaba la calle y que tampoco llevaba guía. Ciento quince pesetas más tarde, y una vez consultados seis colegas, el taxista volvió al vehículo y lo encaminó hacia la dirección pedida. Todavía en la estación, el taxímetro marcaba 345 pesetas. La búsqueda en el callejero había salido más cara que la carrera -80 pesetas- Pero además el conductor cobró 150 pesetas de suplemento de estación -fijado en 125- y otro suplemento por la bolsa: cuatro faltas para un recorrido de 600 metros.
El punto de partida es decisivo para elevar el porcentaje de engaño. La turista probó suerte con hasta doce taxis cogidos en el aeropuerto, estaciones de tren y estaciones de autobús. Sólo dos de los doce cumplieron las ordenanzas.
Los incumplimientos más habituales descubiertos en este pequeño muestreo son los de utilizar un taxímetro trucado o cobrar suplementos ilegalmente encarecidos o inexistentes.
Hasta doce conductores presentaron a la pasajera recibos falsos. Sólo uno -el de Chamartín- aseguró no disponer de callejero, pero otros dos que lo tenían se negaron a utilizarlo. Una falta leve y muy común es la de bajar la bandera antes de que el cliente haya dicho el punto de destino, lo que sólo encarece el trayecto en un máximo de cinco pesetas, salvo que el taxista, además, desconozca dónde está tal destino y pierda tiempo buscando en el callejero o preguntando a sus colegas.
Esta experiencia no conmueve en el Ayuntamiento de Madrid. "Siempre hay una minoría que trata de defraudar al cliente", comenta el jefe de la sección de autotaxis del Ayuntamiento, Ricardo Caso. "Hay 15.500 taxistas en Madrid, de los cuales la mayoría no ha provocado nunca una denuncia".
15 días sin licencia
En el Ayuntamiento se recibe un promedio de 170 denuncias al mes. El 75% las impone la policía que controla el aeropuerto y las estaciones para que se respeten los turnos y no se busquen clientes fuera de las paradas establecidas. Sólo 40, habitualmente por cobro abusivo, proceden de los clientes.
Caso afirma que las sanciones impuestas -no precisa el número, alegando que los responsables están de vacaciones- son severas. "Si la balanza de un carnicero pesa mal, le multan. A un taxista le imponemos como mínimo la suspensión de la licencia por 15 días".
Las reglas del juego
aeropuerto y estaciones, así como el servicio nocturno -150 pesetas este último-. El de día festivo es también de 150 pesetas. También se cobra suplemento por ir o volver de una plaza de toros o de un estadio en día de espectáculo (125 pesetas) o de recintos feriales (150).Hay que pagar un suplemento de retorno cuando se sale del término municipal, para lo cual el taxista avisará en el momento en que se rebasa la frontera.
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