Cuando Joselito sonríé
Aldeanueva / Jiménez, Rincón, Joselito -Cinco toros de Aldeanueva (1º fue devuelto por inválido), bien presentados, con casta, nobles, flojos. Sobrero de Victoriano del Río, de escaso trapío, sospechoso de pitones, manso.
Pepín Jiménez: estocada caída (silencio); pinchazo, media desprendida y dos descabellos (ovación). César Rincón: estocada atravesada al encuentro y tres descabellos (algunos pitos); estocada caída tendida (oreja).
Joselito: estocada (dos orejas); dos pinchazos y estocada trasera (ovación); salió a hombros.
Plaza de San Sebastián de los Reyes, 28 de agosto. Segunda corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
EMILIO MARTÍNEZ.
Joselito llegó sonriente y feliz, gastó bromas, saludó con cortesía antigua a todo el mundo y dialogó abiertamente con su cuadrilla y compañeros de terna. Se le veía feliz, lejos del enfurruñado, agrio y samugo de otras tardes. Cuando Joselito resplandece fuera del ruedo, sobre el albero refulge su toreo. Es un axioma inefable que ayer quedó demostrado una vez más con su torería y triunfo a ley.
Para que el festejo fuera completo, casi utópico, a esta torería se unió la buena presencia pitonil de los toros, algo tan inhabitual por estos pagos y menos si en el cartel hay dos figuras. El Cristo de los Remedios, patrón de esta Pamplona chica, puesto ya a obrar milagros, nos regaló además con unos bicornes de Aldeanueva, que unían la casta a su buena estampa, por lo que el festejo alcanzó altas cotas de interés, sólo emborronadas por las bochornosas astas del sobrero y por la escasez de fuerzas generalizada del encierro.
El fulgor de Joselito comenzó con su capotillo mínimo al lancear con verónicas de seda al tercero. Esta serie la cerró con una media de antología. Ya con la flamulilla, y después de someter la encastada embestida del animal a base de temple y ligazón, nos obsequió con tandas de redondos profundos como la mar océana, y después aceleró los pulsos del cotarro con sus naturales. Inspirado y sintiéndose terminó con un amplio abanico de adornos que rubricó con un estoconazo.
Como su faz alegre continuó a lo largo de la corrida, también se pudo paladear en el sexto un excelso quite por chicuelinas rematado por airosa e improvisada serpentina. El toro, con menos fuerza y más rebrincado que los anteriores, también era bravo y Joselito volvió a solucionar sus problemas con idéntica receta, aunque falló a espadas, no sin antes deleitar con su forma de hacer la suerte en las tres ocasiones en que se tiró.
La sombra de Rincón se paseó con honradez y entrega pero es eso, una sombra. Y aunque se peleó de poder a poder con sus dos bravos enemigos no alcanzó ajuste frente a ninguno de ellos. Pepín Jiménez no se acopló con el barberizado primero y sí a ratos con el cuarto, frente al cual destiló algunas gotas sueltas de su elixir táurico, pura ambrosía que estropeó con la tizona.
Babelia
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