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Reinauguración con comodidad

Los toros pueden verse desde ayer con más comodidad que nunca en la reconstruida plaza de San Sebastián de los Reyes, gracias a sus nuevos y amplios tendidos. También los coletudos, para no ser menos, se sumaron a esta reinauguración lidiando una corrida de bicornillos con comodísimas cabezas presuntamente acicaladas tras fraudulenta intervención barberil. De los chiqueros no salían efluvios de zotal o boñiga, sino los más finos del after shave; que no conviene estropear una celebración histórica con nada desagradable.Al público en general, exceptuando el insignificante sanedrín de aficionados puros, y a las jaraneras penas en particular, poco le importó que los bureles fueran escandalosamente cornicortos. Querían divertimento, que se cortasen orejas y, a ser posible, algún rabo. Lo consiguieron . Hasta casi logran, por el mismo precio, apuntarse a la moda sociotaurina del indulto.

Jandilla / Caballero, Jesulín, Sánchez

Cuatro toros de Jandilla (3º y 4º fueron devueltos por inválidos), desiguales de presentación y juego, cómodos de cabeza y flojos; al 5º se le dio la vuelta al ruedo. 3º, sobrero de Bernardino Piris, manso y de escasas fuerzas; 4º, sobrero de Victoriano del Río, manejable. Todos comicortos y sospechosos de pitones.Andrés Caballero: estocada caída (oreja); bajonazo (oreja). Jesulín de Ubrique: pinchazo sin soltar, pinchazo hondo perpendicular y dos descabellos (vuelta); bajonazo; el presidente le perdonó dos avisos (dos orejas y rabo). Manolo Sánchez: pinchazo sin soltar, pinchazo y bajonazo (silencio); media perpendicular y dos descabellos (palmas). Plaza de San Sebastián de los Reyes, 27 de agosto. Primera de feria. Dos tercios de entrada

Sin cargar la suerte

Ocurrió en el quinto, un toro repetidor, que sólo recibió un picotacito, y al que Jesulín le pegó en un rodal durante 13 minutos, 13, infinidad de pases templados; eso sí, sin cargar la suerte ni una sola vez. El éxtasis caló en el público en general y peñas en particular, quienes solicitaron un tan injusto como antirreglamentario indulto, que también pedía el propio torero. La autoridad lo denegó con acierto y Jesulín, quizás en venganza, mató a ese buen toro de un indigno sartenazo. Antes ya se había producido en similar forma con su anterior enemigo, aunque no fue capaz de encontrarle los bajos.El local Andrés Caballero, que toreó también con el apoyo y los ecos calientes de sus paisanos, no desperdició la ocasión de apuntarse al triunfalismo en esta celebración. Para ello desplegó toda su artillería taurina, alegre, entregada, populista y de efectos pinguís en los tres tercios. Las maneras más clásicas y aterciopeladas de Manolo Sánchez no pudieron unirse al triunfalismo por la mansedumbre e invalidez supina de sus enemigos.

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