Juan Pablo II

ha ganado la guerra al gran Manitú. Los apaches de Arizona han perdido ante el hombre blanco polaco y, a partir del 18 de septiembre, en la montaña sagrada de Tucson funcionará un nuevo y potente telescopio de la, Specola Vaticana, el observatorio astronómico de la Santa Sede, regido por los jesuitas, que desde el de Castel Gandolfo tenían dificultades para escrutar las galaxias, debido a la contaminación del cielo de Roma.Los tribunales norteamericanos habían bloqueado el proyecto Vaticano ante el recurso de los apaches, pese a que una ley del Congreso estadounidense había previsto la construcción de un gran complejo astronómico, por valor de 200 millones de dólares (casi 30.000 millones de pesetas), con siete telescopios, en dotación no sólo al Estado pontificio, sino también a la Universidad de Arizona y a científicos italianos y alemanes.

Apaches y ecologistas protestaron, porque, además de tratarse de la montaña sagrada de los indios, había una colonia de ardillas rojas por cuya supervivencia temían. Los apaches llegaron a manifestarse en la plaza de San Pedro.

De nada les ha servido. Lo único que han logrado es que en la inauguración del supertelescopio del Papa, que ha costado tres millones de dólares, no participen ya ni el gobernador del Vaticano ni el obispo de Tucson.-