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Figuritas

Antonio Lorca

Buendia / Josefito, Jesulín, FinitoToros de Joaquín Buendía, bien presentados -excepto 2º, anovillado-, dejuego desigual.

Finito de Córdoba hizo lo más difícil: no fue capaz de dar un pase limpio a un toro que galopó noblemente durante 10 minutos por ambos lados; Joselito, lo más vergonzoso, por su total inhibición ante las dificultades de sus oponentes; Jesulín, menos mal, lo más torero, aunque en tono menor, ante el quinto, después de que naufragase en su primero.Así son las figuras de los noventa. Y cuentan con un público nada exigente, que los recibe con una cerrada ovación, que los apoya en todo momento, los anima, los quiere, les pide las orejas con auténtico fervor, y, a cambio, sólo espera que le ofrezcan un espectáculo divertido. La gente paga para ver algo más que una lección de pico y muleta retrasada. Hoy por hoy, es casi un héroe el torero capaz de citar con la panza de la muleta, y de lejos para embarcar la embestida. Es una vulgaridad insoportable comprobar cómo casi todos -al menos, los tres del cartel- se colocan mal, citan peor, se agarran a la culata del toro para ofrecer reolinas pueblerinas.

Joselito: dos pinchazos y casi entera (silencio); estocada (bronca)

Jesulín de Ubrique: pinchazo, estocada baja y aviso (yuelta); estocada (oreja). Finito de Córdoba: estocada muy baja (ovación); estocada baja (oreja).Plaza de Almería, 26 de agosto. Quinta corrida de feria. Lleno.

Joselito se ganó la gran bronca. Posiblemente, la única que se oiga en esta plaza. Pero es que llegó, mató sus toros y se fue. Los tendidos se sintieron ofendidos y con razón, porque el torero no se molestó ni en despeinarse. Su primero era deslucido y lo despachó sin más. A su segundo, parado, lo pasó una sola vez de muleta y lo mató. A Joselito se lo querían comer.

Jesulín, que sustituía a Ponce, no se entendió con su primero, chico, que iba y venía. Mucho pico, eso sí, y más vulgaridad. Se enmendó en el otro, con el que construyó una faena s Í in concesiones, muy trabajada y mejor ligada.

A Finito le tocó en suerte el toro más bravo y noble de la corrida. Pero no era la tarde de Finito... Un pase, otro, otro y otro, y ninguno limpio, aunque le dieron una oreja. En el tercero estuvo animoso pero sin acierto.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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