_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Proposiciones contra el paro

Sorprende la unanimidad con que todos los organismos internacionales, centros de estudios económicos y organismos públicos y empresariales diagnostican los males de la economía española: se trata de los altos costos laborales unitarios que pagan las empresas y de la rigidez del mercado laboral, como factores primordiales, según dicen. No se aclara que nuestra rigidez es equivalente a la holandesa, a la alemana o a la francesa, países de economía agresiva, pese a los graves problemas que también sufren, y que desde luego tenemos menos flexibilidad que los británico los guineano cuanto a los costos laborales unitarios, habría de distinguirse entre su componente salarial y su componente de cuotas aseguratorias y otras cargas públicas para repartir mejor las culpas entre todos los responsables.De cualquier forma, tenemos el enorme problema del paro como acerba crítica a un país de gobierno socialista, el cual ha intentado paliarlo con fórmulas asistenciales y prestacionales hasta que ha reventado el sistema aseguratorio público. Es por ello hora de desmitificar la Seguridad Social si no queremos que nos fagocite a todos. Es hora también de que admitamos que vivimos por encima de nuestras posibilidades y que el Estado español se encuentra en suspensión de pagos, antesala de quiebras que han jalonado los peores momentos de nuestra historia. Que tres millones de españoles sufren el estigma de inactivos no podemos permitírnoslo, aunque sólo sea en términos económicos. En ese sentido, las siguientes reformás legislativas en materia de Seguridad Social y aspectos conexos aligerarían a las empresas de cargas económicas y burocráticas y permitirían una mayor facilidad de empleo:

- Excluir limitadamente de la Seguridad Social al primer empleo de los trabajadores hasta un año de duración. Los primeros empleos se refieren al colectivo más castigado por el paro, el de los jóvenes, que en su práctica totalidad viven con sus padres. Sólo los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales deberían ser asegurados, permitiendo al empresario la más amplia libertad de hacerlo en mutuas patronales, aseguradoras y demás entidades privadas o públicas del ramo.

- Excluir de la misma forma a los trabajadores a tiempo parcial con contratos por debajo de un determinado número de horas. Aunque más discutible que el caso anterior, por afectar a gran número de mujeres, ello permitiría a las empresas contratar a personal especializado para temas puntuales con gran facilidad, incrementando el empleo. El sistema se practica en Alemania, que exime totalmente de la Seguridad Social a los empleos por debajo de 18 horas semanales y una cuantía salarial determinada. Parece más adecuado excluir los empleos por debajo de 20 horas semanales -o su equivalente en las otras fórmulas de tiempo parcial-, pero asegurando contra los riesgos profesionales.

- Obligar a los parados perceptores de prestaciones por desempleo a asistir a cursos de formación o de perfeccionamiento profesional. Nuestra gran paradoja es que, existiendo un alto nivel de paro, las empresas no encuentran buenos especialistas. Nuestros trabajadores destacan por su imaginación y laboriosidad -es la desorganización empresarial española la que los pervierte-, pero están mal preparados, no sólo por falta de actualización, sino por adolecer de una escasa cultura técnica.

- Considerar oferta de empleo adecuada a la proveniente de fuera del lugar de residencia del parado, con un mínimo salarial digno. Pues otra gran paradoja es la existencia en el país de bolsas de oferta y de demanda que no se conectan entre sí: necesitar una empresa valenciana mecánicos de aviación, por ejemplo, y continuar mecánicos sevillanos percibiendo la prestación por desempleo. Para ello se precisa también terminar de informatizar las oficinas de colocación y conectarlas como red local en todo el país.

- Reconvertir el Inem en auténticas oficinas de colocación, dejando para un lugar secundario la gestión de las prestaciones. En tal sentido, parece necesario desengancharlo (como hicieron los franceses hace algunos años) de la obsesión aseguratoria, quizá estableciendo dos direcciones generales con amplia autonomía funcional. El Inem debe transformarse, por recordar el título de una óptima revista catalana, en un ImagInem, que reslpaldo el autoempleo y las soluciones prácticas al paro.

Las reformas antes vistas no son las únicas y, desde luego, sólo son fórmulas laborales en un problema con muchas aristas. La economía española se encuentra débil sobre todo por la escasez de empresarios productivos, por el exceso de precarización del empleo, por el caos organizativo que es normalmente una empresa en nuestro país, por el olvido del principio racionalizador de "a cada uno según su trabajo"... La reforma económica toma más tiempo que la política, y quince años no es nada, como dice la canción, para culminar la revolución burguesa. A nuestra generación corresponde desmitificar el Estado todopoderoso, e imaginar soluciones plurales para evitar la bancarrota.

Antonio Ojeda Avilés es catedrático de Derecho del Trabajo en la Uníversidad de Sevilla.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_