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Doblar la apuesta

El mercado sigue creyendo en un dólar débil frente al yen a pesar del supuesto pacto de Japón con EE UU para mantener las cotizaciones

Javier Moreno

A ambos lados del Pacífico, más de un operador en divisas continúa lamiéndose las heridas. Desconcertados. Habían hecho una apuesta: un dólar por debajo de los 100 yenes. Lo decían todos. Bajo cuerda, el Gobierno estadounidense les había alentado. Lo había escrito la prensa. Nadie va a ayudar a los japoneses, decían.Así- que se lanzaron. El jueves, la batalla parecía ganada: el Banco de Japón, en solitario, se mostraba incapaz de sostener la divisa estadounidense. Tomaron aliento antes del asalto final. Y entonces, inesperado, vino el golpe.

En cuatro sorprendentes intervenciones comprando dólares en el mercado, las autoridades estadounidenses dieron un giro dramático a las cotizaciones, empujaron el dólar hasta los 105,825 yenes, y dejaron a los especuladores en un rincón evaluando las pérdidas. Pero tras el fin de semana, todos dicen que volverán a la carga. No es que lo lleven en la sangre; es su trabajo.

"Volverán a intentarlo, sin duda. En lo fundamental no ha cambiado nada", piensa Robert Feldman, un analista financiero de Salomon Brothers en Tokio. El resto de analistas y operadores consultados, tanto en Tokio, en Nueva York, o en Europa, piensan lo mismo: la guerra continúa.

En toda guerra que aspire al nombre, los contrincantes no desdeñan ninguna táctica. Incluyendo los acuerdos secretos Sin embargo, los rumores sobre un pacto que Tokio y Washington habrían cerrado el mismo jueves, por el que EE UU se comprometería a sostener su moneda por encima de los 100 yenes a cambio de que Japón liberalice sus mercados y facilite así su acceso a los estadounidenses, no impresionan lo más mínimo a los operadores.

"Nadie duda de la existencia de ese acuerdo secreto", según un analista europeo que prefiere el anonimato. Un operador japonés en el mercado de Nueva York es igual de rotundo. "Se les ve actuar en el mercado juntos, de forma coordinada". Da lo mismo: "La presión sobre el dólar seguirá esta semana", asegura.

Los miles de kilómetros que separan Tokio de Nueva York, sede del New York Federal Reserve Bank, que realiza las intervenciones en el mercado por orden del banco central estadounidense, diluyen las certidumbres. En el archipiélago japonés se duda de que ambos Gobiernos hayan logrado acuerdo alguno en tan corto plazo, tras tantos meses de disputa.

"Yo creo que la Reserva Federal actuó por su cuenta, independientemente", piensa Feldman, quien explica que razones no le faltaron a la Administración Clinton. Los norteamericanos, que habían apostado por un yen fuerte para reducir el superávit comercial japonés -y que ni siquiera se molestaron en disimularlo-, se han dado cuenta de que su brillante táctica ha acabado siendo un fracaso bastante estrepitoso.

La moneda japonesa no ha hecho más que fortalecerse en los últimos años. En el otoño de 1985, un dólar valía 240 yenes. El jueves pasado estaba a punto de costar sólo 100. Y para sorpresa general -y escándalo de los responsables de Comercio estadounidenses-, el déficit comercial con Japón continuaba creciendo de forma desvergonzada.

La solución no pasa por que. Japón venda menos en EE UU, sino por que los estadounidenses consigan colocar sus productos en el mercado nipón. Algo que los Gobiernos japoneses han logrado evitar hasta ahora con absurdas normativas comerciales, intrincadas redes de importación o pura y simplemente con la prohibición: en Japón no entra, por ejemplo, ni un grano de arroz. Los resultados para el japonés medio son obvios: tienen el dudoso privilegio de pagar por un kilo de arroz ocho veces más el precio medio de venta en el resto del mundo.

A cambio de fracasar en su intento de reducir el superávit comercial japonés, la Administración Clinton ha estado a punto de estrangular la economía nipona. El yen fuerte amenaza con llevarse por delante a los exportadores japoneses, que hoy por hoy sostienen el país. A EE UU, que ya ha escuchado de Tokio las promesas que deseaba oír en materia de apertura de mercados, no le interesa dañar de verdad la economía japonesa. Un país en recesión no compra, liberalizado o no. Y ha comenzado a defender el dólar.

Pero el operador japonés que se sienta en su despacho en Nueva York ve sólo miles de exportadores japoneses que tan sólo desean cambiar sus dólares por yenes. En junio, el déficit comercial de Estados Unidos con Japón creció otro 15,46% respecto al mes anterior y alcanzó los 4.330 millones de dólares (unos 600.000 millones de pesetas). Y ninguno de ellos quiere arriesgarse a tener que cambiar con un dólar a 100 yenes, o a 95 o a 90. Así que venderán rápido.

"Toda esa gente seguirá presionando el dólar a la baja", asegura. Y si todos creen que va a bajar, a nadie se le ocurre comprar dólares. Hasta ahora se creía que el mercado empujaba el dólar hacia abajo porque así lo deseaban los americanos. Pero a partir de hoy quizá suceda lo mismo a pesar de los americanos. Será la segunda batalla del yen.

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